Desde que comenzó septiembre, un poco harto de no sacar tiempo para escribir (siempre lo dejaba para luego, para cuando acabara lo otro que estaba haciendo), me impuse escribir siempre a la misma hora; de hecho, es lo que hago todas las mañanas al levantarme. Al principio costó un poco, no lo voy a negar, porque siempre había otras cosas que estaban pendientes: una corrección, una lectura, un mensaje por responder, material que comprar, pero fui fuerte y aguanté esas tentaciones. Y aquí estoy, a día diez lo suficiente contento y confiado para comentarlo.
Está siendo una experiencia muy interesante y en estos días he avanzado más en la segunda novela de Exo que lo que había hecho hasta la fecha. No he contado las palabras (escribo a mano), pero han caído cuatro capítulos en estos días. Un buen ritmo, mi editor estará contento.
Me imagino que muchos habréis leído libros sobre escritura parecidos a los que yo he leído y seguiremos aproximadamente los mismos blogs creativos con ingeniosas listas de consejos para escribir. En estos días de escritura he llegado a la conclusión de que no me gusta nada toda esta teoría y, en concreto, los preceptos sobre la estructura o sobre los preparativos antes de escribir. Todo eso me atasca, me intimida y me impide escribir. Quizás deba clasificarme como un escritor que aborda la escritura como una pulsión, que deja que la pluma revele lo que está dentro. Quizás sea así, aunque mentiría si dijera que no sé lo que voy a escribir. Lo pienso, lo preparo, lo medito, pero no necesito un organigrama de sucesos, ni un programa especializado para escribir (le he intentado), ni tampoco necesito saber cual es el color favorito de mi protagonista (aunque apostaría que no es el blanco nuclear). No sé cuantos capítulos va a tener la novela y, mucho menos, cuantas páginas o palabras. Y lo prefiero así. Si lo supiera, me pasaría todo el rato pensando: cuidado, Juan Carlos, estás en el 33% de la novela y llega el momento de meter el giro dramático que acabe con el planteamiento de la trama… chan, chan, chan.
Lo que intento decir se reduce en un lema que he escrito en una hoja adhesiva y he pegado en un rincón de mi zona de escritura (diferente de mi lugar de trabajo, por supuesto) y que reza así:
«La mejor forma de escribir es escribir»
No puedo estar más de acuerdo.
Después de leer cien formas diferentes de cómo abordar la tarea de escribir tenía tal cacao de consejos, recomendaciones y de listas de pasos a seguir que estaba peor que al principio. Tanta labor de preparación, tanta línea temporal, tanta definición de cualquier aspecto etc… Era pensar en ponerme a escribir y temblar. Me asustaba y aburría tanto la idea de la preparación previa que finalmente no escribía nada.
Ahora escribo cuando me apetece y lo que me apetece. Nunca escribiré una novela porque no tengo constancia, pero tampoco me agobio cuando voy a escribir un relato o cuento corto.
Sí, esa era mi sensación. Tanta teoría me estaba impidiendo concentrarme en lo importante: escribir. No digo que los libros y blogs no sean una buena referencia, pero deje que se impusieran y eso me bloqueaba.
Hoy me he levantado comatoso (me quedé anoche viendo el primer partido de la temporada de la NFL hasta las 6:00 AM) y cuando me he levantado tenía ganas de escribir. De hecho, escribir me ha dejado nuevo 🙂
De echo creo que nunca se debería uno de adaptar a la teoría, si no adaptarla a uno mismo, cambiarla y modificar lo necesario para que funcione y no sea un lastre que te impide avanzar o te mata la inspiración y las ganas de escribir. Se trata de ofrecer algo a los demás que sea interesante y resulte entretenido, pero para que eso sea así primero a de haberte gustado a ti mismo y de haberte resultado entretenido y haber disfrutado creándolo.
Y como bien dices, la única ley inamovible que funciona para todos por igual es que «la mejor forma de escribir es escribir» .
Mucha suerte con la novela y ánimo! .
Muchas gracias Manuel. Llevo escribiendo de forma diaria varias semanas ya y se ha convertido en una rutina. La novela se ha atascado un poco. Empiezo a dudar si el planteamiento es correcto, pero no he dejado de escribir.
Yo estoy igual con un guión de novela gráfica. Creo que realmente si quisiéramos que quedara perfecta nunca se terminaría, siempre surgen dudas y posibles cambios, es un trabajo complejo pero como dices, ¡no dejes de escribir !