Hoy ha sido un día un poco intenso, lleno de facturas, contabilidad y esas cosas. Sé que siempre me quejo, pero debo reconocer que no es un trabajo complicado, sólo es alienante. Coge una factura, contabilízala, comprueba que tienes el ingreso o el pago en el banco, coge la siguiente factura y así sucesivamente. El problema es mío; como no me gusta nada, siempre lo dejo para el final y cuando me enfrento a la pila de facturas de tres meses, me digo, a partir de ahora hay que hacerlo mes a mes. Me engaño.
No todo el tiempo lo ha absorbido la contabilidad, quizás ahí ha estado el error. He dedicado parte de la mañana a hacer sitio en el almacén para la revista Crítico y para alguna novedad por venir. Ahora ya tienen hueco.