Pangea – Los cazadores-cuervo

Autor: Sergio Jurado

cazadores-cuervo

Se llama cazadores-cuervo a los miembros de una logia que es considerada la guardia sagrada de Hassur. Junto a los temidos guerreros-pantera al servicio de Asthar forman la punta de lanza de las fuerzas bélicas h’sar.

El cuervo es considerado el animal sagrado de Hassur. Para los h’sar simboliza la noche, la oscuridad, la muerte y el miedo. Es un animal carroñero que siempre escoge sus batallas; solo ataca a los débiles y a los heridos, golpeando un punto débil como los ojos y huyendo antes de poder ser atrapado.

Los cazadores-cuervo son adiestrados para llevar a cabo tareas de explorador, espía y mensajero. En tiempo de guerra su misión es desestabilizar al enemigo, obtener información vital de sus fuerzas o lograr una ventaja que pueda resultar decisiva en el campo de batalla.

Cualquier h’sar, independientemente del color de sus escamas, puede convertirse en cazador-cuervo. El único requisito es que sean niños que, deliberada o accidentalmente, hayan causado la muerte de alguien, tanto por su acción como por omisión. Los h’sar creen que estos niños han sido elegidos por Hassur así que el Siradaan de su poblado debe enviarlos al gran templo de Hassur.

Nadie sabe lo que sucede en la negrura del gran templo de Hassur ni en qué consiste el entrenamiento de los cazadores-cuervo, aunque está claro que no todos logran sobrevivir al mismo. Quienes los superan aprenden a sobrevivir sobre el terreno así como la preparación y uso de venenos y pócimas. También son ágiles escaladores, capaces de subirse a cualquier árbol con el objetivo de tender una emboscada desde las alturas.

Los jóvenes aspirantes a convertirse en un cazador-cuervo deben asimilar el concepto de que la muerte es inevitable y, así, perder por completo el miedo a morir, asumiéndolo como una parte más de la existencia. Paradójicamente, al contrario que los demás h’sar los cazadores-cuervo no tienen permitido llevar a cabo el rito de la muerte honorable, un suicidio ritual que efectúan quienes desean expiar sus errores. Mediante este rito casi cualquier pecado, derrota o desgracia puede ser subsanada. Nada resulta tan fácil para los cazadores-cuervo quienes deben vivir con su desgracia todos y cada uno de los días de su vida. Por otro lado, deben aceptar como válidos y legítimos sus deshonrosas prácticas en una sociedad regida por el idealismo de fieles de Asthar, quienes los temen y desprecian.

En tiempo de guerra, los guerreros h’sar siempre se muestran totalmente visibles ante sus iguales, de modo que pueda saberse quién tiene el honor de ser el primero en derramar la sangre de un enemigo o quién fue el que capturó tal o cual esclavo. Para ser fácilmente reconocibles en la batalla portan grandes penachos de plumas de brillantes colores así como armaduras y escudos profusamente decorados. Sin embargo, la guerra es algo muy diferente para los cazadores-cuervo. Ataviados solamente con sus picudas cimeras y sus capas de plumas negras, se encargan de explorar el terreno por delante del contingente de guerreros, con objeto de asegurarse de que éstos no caen en una emboscada. Además, también acosan al enemigo con incursiones, emplean tácticas de guerrilla y se cuelan sigilosamente en grakines y campamentos para robar niños y asesinar a sus habitantes mientras duermen. Una vez cumplen su misión, se esconden de nuevo en las sombras sin reclamar ninguna gloria para sí.

Ningún h’sar que se precie se relacionaría abiertamente con los cazadores-cuervo. Todo el mundo los rehúye e ignora, haciendo como que no están. Incluso los que actúan como mensajeros son ignorados (se limitan a dejar el mensaje ante su destinatario y se marchan sin decir nada). Por supuesto, la costumbre dicta que deben ser aceptados, respetados y tratados como elegidos de Hassur, por lo cual todos los días los esclavos les llevan jaulas con alimentos que son depositadas ante la puerta del gran templo. Sin embargo, todo el mundo se oculta o aparta la mirada cuando pasan por la calle. Incluso los guerreros-pantera fingen que no existen, pese a que generalmente actúan junto con ellos (un grupo de cazadores-cuervo siempre explora el terreno por delante de los guerreros-pantera). Por su parte, los cazadores-cuervo hacen lo mismo con los guerreros-pantera ya que, según la tradición, el mero hecho de reconocer que el otro grupo existe conllevaría un inevitable enfrentamiento entre ambos por motivos religiosos.

A diferencia de los guerreros-pantera, quienes carecen de una jerarquía definida, los cazadores-cuervo sí que cuentan con tres rangos bien diferenciados, aunque carecientes de nombre:

  • El jefe, que es quien mantiene el contacto con los líderes de la sociedad h’sar a través de los sacerdotes de Hassur.
  • Los subjefes, cazadores-cuervo experimentados que adiestran a los aspirantes y lideran sobre el terreno. Todos los subjefes por acuerdo, aprueban o suspenden a los candidatos, ascienden a los subjefes y eligen al jefe.
  • Los demás cazadores-cuervo.

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