Página del libro de oraciones de San Judas
La primera referencia que se tienen sobre el libro de oraciones de San Judas es del siglo XIX. En esa época, el libro fue adquirido por la iglesia que le da nombre como si fuera el libro de oraciones original de Juana de Castilla. Se pagó una buena cantidad, pero no prohibitiva. De hecho, como más tarde se supo, el falsificador había hecho varios libros similares copiándolos del original en poder del barón Rothschild (Austria). Se desconoce si el barón estaba enterado de dicho trabajo o si participó de él, pero ya han aparecido varias copias en varios museos. Fue el propio barón quién denunció al falsificador y quién más presionó para que fuera condenado a muerte, cosa que ocurrió. El nombre del artista se desconoce, pero los rumores apuntan a que era natural de la ciudad de Cunia (es creencia popular dado el precio rebajado).
Sin embargo, a pesar de ser una falsificación, el libro tenía una calidad inigualable, hasta el punto que muchos llegaron a afirmar a finales del siglo XIX que tenía que tratarse del libro original y que el que estaba en poder de la familia Rothchild era una copia cambiada por el propio falsificador. Durante muchos años se creyó que este era el motivo de la denuncia y la inquina del barón para que condenaran a muerte a su socio. Los métodos modernos de análisis han descartado completamente esta teoría y se sabe que el papel utilizado es del siglo XIX y no del XVI como debería. A veces es difícil que las evidencias científicas destruyan una creencia tan arraigada y aún se puede escuchar en foros de internet gente que afirma su legitimidad y defiende que el estudio científico realizado fue manipulado para no tener que devolver el libro a los supuestos dueños (que, en aquella época, acababan de conseguir que el gobierno austriaco les devolviera el Libro de oraciones de Rothschild).
Incluso siendo una falsificación, el libro es una obra de arte y uno de los primeros ejemplos históricos de falsificación. Solo por eso, ya tiene cierto valor por sí mismo. Además, al devocionario tiene una extraña historia detrás. Se asegura que está detrás de algunas de las fortunas de estos últimos siglos. Es decir, que a quién lo poseía le acompañaba la suerte en los negocios. La propia iglesia de San Judas tiene varios hechos afortunados que añadir a esta leyenda (incendios que lo le afectan, ataques a la ciudad que no la tocan, etc.). Es posible que fuera en esta época cuando el libro adquiriera su leyenda de objeto de fortuna.
Acabada la Guerra Civil española, en 1940, el libro fue robado de la iglesia. Las investigaciones de los estudiosos apuntan a varios ladrones de guante blanco de aquellos años, pero también a un jefe falangista de la ciudad que se convertiría en uno de los hombres fuertes de la ciudad en los años 50. No se sabe quién lo tuvo en su poder durante muchos años, pero la lista de posibles candidatos en bastante larga y están casi todos los personajes públicos que han ido destacando como hombres de negocio en esta ciudad cosmopolita.
En 1980, el ayuntamiento de la ciudad anunció a bombo y platillo que había «recuperado» (léase adquirido en el mercado negro de arte) el libro y lo entregó en una ceremonia muy mediática al archivo de la catedral de la ciudad. La ciudad volvía a tener su libro de oraciones y la ciudad podría comenzar la recuperación económica (estábamos en el final de la crisis del petróleo). Sin embargo, no contaban con los archiveros de la catedral que si bien confirmaron que era un libro similar, no era el mismo que estuvo en la ciudad. Se trataba de una de las copias del manuscrito original realizadas por el falsificador del siglo XIX. Tenía valor en sí mismo, pero no el libro robado de la iglesia en 1940. Al parecer, y ese era un dato que se desconocía, el libro de las horas de San Judas tenía una marca en una de las hojas (como un borrón poco perceptible dejado por un dedo manchado de tinta). Al comprobar que no existía ese defecto, supieron que no se trataba de la copia sustraída de San Judas. Aquello fue un escándalo político, sobre todo cuando se supo que el libro se había adquirido por métodos poco ortodoxos, y varios miembros del ayuntamiento tuvieron que dimitir.
Hace unas semanas, la catedral recibió un paquete anónimo expedido desde Bélgica. Tras abrirlo y estudiarlo con detenimiento, comprobaron que estaban ante el libro de las horas de San Judas original (tenía la mancha). Convocaron una rueda de prensa y anunciaron a la ciudad la recuperación del libro, lo que ha provocado un incremento de las visitas al museo con los fondos catedralicios donde, estos días, pueden observarse los dos libros.
Se desconoce quién es el remitente de dicho paquete y qué relación puede tener con el robo original en 1940. No se trata del primer objeto artístico de Cunia que aparece de forma anónima en los últimos meses. Los rumores apuntan a alguno de los prohombres de la ciudad y quién parece tener más papeletas en las quinielas de bares y terrazas es Don Víctor, quién, acercándose su jubilación, parece querer devolver a la ciudad parte de lo que esta le ha dado.