Autor: Sergio Jurado
El saco chillón es un inquietante fetiche de origen dwandir aunque, con el tiempo, unos pocos sacos han acabado en manos de individuos de otras razas. En realidad el saco o bolsa en sí puede estar realizado en cualquier material si bien, tradicionalmente suele estar hecho de lino. Esto es así ya que, según los chamanes dwandir, el lino atrapa mejor al groka (fantasma) que habitará el fetiche. El tejido del saco debe teñirse con una mixtura ocre de tinturas y hierbas que también incluirá forzosamente la sangre de una víctima sacrificada personalmente por el chamán. Es muy importante que durante el sacrificio la víctima grite fuertemente de puro terror ya que, a la postre, la potencia de sus gritos determinará la efectividad del fetiche.
Una vez se dispone de una bolsa adecuada, el chamán debe desollar el rostro del individuo al que ha sacrificado, incluyendo la cabellera y los dientes siempre que le sea posible. A continuación debe coser el rostro al saco, cerrándole la boca con una espina o ramita. Por último, el chamán lleva a cabo un ritual que ligará el fantasma de la víctima al fetiche.
A partir de ese momento el groka custodiará el contenido del saco. Si alguien que no sea el propietario del mismo intenta abrirlo la cara abrirá la boca y comenzará a chillar de terror, con la misma intensidad que en el momento de su muerte. Y no dejará de hacerlo hasta que su amo vuelva a pasar la espina que sirve de cierre a través de la boca (o hasta que el saco sea destruido).
El saco chillón siempre sabe, de forma instintiva, quién es su verdadero dueño. Si el chamán le regala el saco a otra persona a partir de ahora ésta será su nuevo amo. Si su propietario muere, la primera persona que abra el saco se convertirá en su nuevo propietario.
Unos pocos sacos han ido pasando de mano en mano a lo largo del tiempo. La mayoría, como el de la imagen, presentan rostros de mujeres dwandir, aunque también existen modelos con rostros mendwan, tikki, ogros y h’sar. Estos sacos son objetos muy valorados por los comerciantes si bien pueden provocar algunos problemas al tratar con miembros de estas especies, que pueden no tomarse a bien el sanguinario despellejamiento de un congénere.
El dwandir conocido como Esvan el Flaco, de Aguaclara, posee uno de estos sacos y se sabe que al menos otros dos llevan algún tiempo pasando de mano en mano entre los habitantes de dicho grakin.