Una ayuda de ambientación para Walhalla, el juego de rol de la Plena Edad Media
Con este número de Desde el sótano, os brindamos una pequeña expansión del capítulo 13 de Walhalla, en el que el ámbito escocés se toca un poco de pasada. Lo que os ofrecemos es un apartado completo dedicado exclusivamente a la Escocia de los tiempos de los vikingos, con casi los mismos epígrafes que el resto de regiones y civilizaciones que aparecen en el citado capítulo 13 del manual. La información que se provee, aunque concisa, puede ser muy útil para jugar la minicampaña que está presente en el manual básico, «La sutil voz de Loki» (obra de Luis Felipe García «Tadevs»).
En suma: ¡más ambientación para tus partidas!
Esperamos que lo disfrutes.
Marco geográfico
Escocia ocupa el extremo septentrional de la isla de Gran Bretaña, desde las actuales Southern Uplands y la cuenca baja del río Tweed (frontera natural con Inglaterra), al sur, hasta las Northwest Highlands, al norte. El conjunto incluye tanto las islas Hébridas interiores y exteriores, al noroeste de la tierra firme, como los archipiélagos de las Orcadas y las Shetland, al norte y, ya más lejos, al noreste, respectivamente.
Composición étnica y lingüística
La mayor parte del territorio está habitado desde los primeros tiempos de la Alta Edad Media por dos grupos étnicos diferentes: los celtas, llegados de la vecina isla de Irlanda y mayoritarios al oeste (y divididos a su vez en escotos y britones), y los pictos (llamados también cruithni o prydyn), descendientes de los caledonios, pueblo aborigen preindoeuropeo famoso por su ferocidad y sus tatuajes corporales realizados a base de glasto añil, y mayoritarios al noreste y en el centro.
Celtas y pictos conforman los grupos principales de población, pero el mosaico étnicos escocés incluye también minorías como los attacotti, los hombres del norte o vikingos (básicamente noruegos, y en proporción creciente), los anglos de Bernicia y otros grupos menos importantes.
Breve historia de Escocia en la Alta Edad Media
Tras el abandono de Gran Bretaña por parte de los romanos, ocurrido en 407, la isla se convierte en escenario de desórdenes y enfrentamientos entre los diferentes pueblos que la habitan. En las tierras meridionales de Escocia, en la región conocida como Yr Hen Ogledd («El viejo Norte»), se levantan pequeños reinos britanos, de lengua celta, entre los que destacan Strathclyde, Elmet, Alt Clut, Gododdin y Rheged. Al sureste dominan los anglos de Bernicia, de lengua germánica, muy pronto asimilados por los estados de Yr Hen Ogledd o absorbidos por sus poderosos vecinos del sur, esto es, por la Northumbria sajona. Al oeste, se ubica el poderoso reino gaélico (celta) de Dál Riata, de origen irlandés, sede de orgullosos monarcas como Aedán mac Gabrián. Al norte, por último, se encuentran los pictos (cruithni o prydyn), de los que sin duda destaca el reino de Uerturio, también llamado Fortriu.
Semejante amalgama de reinos corresponde a una época de caos y guerra casi perpetua. Sin embargo, la situación se va clarificando con el transcurso de las décadas, al tiempo que, en detrimento de los reinos más pequeños y débiles, se fortalecen y amplían su territorio tanto los escotos de Dál Riata como los pictos de Fortriu, mientras que el reino britón de Strathclyde logra sobrevivir hasta el siglo IX. Si a este panorama se le suma el proceso de integración o aculturación picto-dalriata en curso, la lógica lleva a pensar que las tierras de Escocia están en camino de albergar un reino poderoso y más o menos unificado, gobernado por reyes de lengua y cultura predominantemente celtas. Pero las cosas, aunque terminen pasando de esa manera (el futuro reino de Alba o Escocia), no son nunca tan sencillas, y menos con la entrada de un nuevo actor que va a desestabilizar las relaciones interiores y exteriores de escotos y pictos: los hombres del norte (véase la página 149 del manual de Walhalla).
Sociedad, familia y mujer
Escotos, britones o pictos, todos se dividen y organizan en tribus semiindependientes. Solo los escotos son capaces de incardinar sus clanes en estructuras estatales o protoestatales, esto es, en reinos. Cuando sucede, las diferentes tribus realmente siguen funcionando con autonomía, pero son leales a una estirpe real dominante, en ocasiones incluso por medio de relaciones indirectas, y siempre recibiendo algún tipo de compensación a cambio, especialmente protección.
Los pictos se diferencian de los escotos y los britones menos de lo que su apariencia personal (con todos esos llamativos tatuajes corporales prydyn) pueda dar a entender. En primer lugar, porque los pictos experimentan un profundo fenómeno de aculturación por parte de sus vecinos celtas, hasta el punto de ir perdiendo su propia lengua y parte de sus ancestrales costumbres (en especial, la élite prydyn); en el siglo XII, el picto ya se puede considerar una lengua muerta. En segundo lugar, porque tanto pictos como escotos y britones forman extensas familias de granjeros y pastores que viven en comunidades de pequeño tamaño; para todos ellos, el ganado, especialmente los caballos, constituye un símbolo de riqueza y prestigio.
Por el contrario, el papel de la mujer en la sociedad distingue poderosamente a unos y a otros. Mientras que para los escotos y britones la preeminencia del varón sobre la mujer es indiscutida, los pictos desarrollan su vida personal y social en comunidades bastante matriarcales, en las que la propiedad de la tierra pasa de madres a hijas mientras que los hombres se dedican a la guerra. Claro que, como quiera que los pictos se terminan fusionando con los celtas a partir del siglo X, la institución del matriarcado prydyn sufre una erosión irreversible desde entonces.
Respecto a la estructura social, tanto celtas como pictos carecen de una aristocracia o una clase sacerdotal numerosa y acaparadora de tierras. Los jefes de familia son la base de la sociedad, y por encima de ellos solo se yergue un caudillo de tipo militar, «rey» en el caso de los escotos (y luego también en el de britanos), cuya tarea esencial es dirigir la guerra.