En realidad, las Briznas son un grupo más o menos cohesionado de ladrones que operan en Aguaclara y sus alrededores. Todas las historias que se escuchan sobre ellos (pues lo cierto es que en su mayoría son hombres, no mujeres) forman parte de una estupenda capacidad de propaganda de la que hace hace gala uno de sus líderes, Vorn “el pejiguero”. Su tarea consiste en extender rumores estrambóticos para conseguir que los habitantes de Pangea (es decir, Aguaclara y pueblos vecinos) crean que Las Briznas son un grupo rival secreto de la Encina o mejor, que son una parte de la Encina misma.
A través de estos rumores y unido a la más que competencia en las artes del robo de sus miembros, las Briznas están obteniendo un moderado éxito en el “submundo” de Aguaclara y si alguien busca algún tipo de material comprometido, lo mejor es que deje caer algún comentario en las zonas por las que ronden los tikki. La red de información que han creado es un vehículo de rumores y noticias absolutamente preciso que hará que llegue ese comentario a los oídos correctos. Obviamente, esta red funciona en una doble dirección y probablemente, las Briznas conocerán mucho o todo sobre ese sujeto en particular. O será cuestión de tiempo que lo sepan.
Para formar parte de las Briznas, es necesario ser tikki. No es un requisito indispensable ser hombre, no obstante. En realidad, eso es todo, ya que la naturaleza semianárquica de los tikkis les impide organizarse en una estructura jerárquica férrea y forman en realidad pequeñas asambleas de una mano a dos manos de tikki que llegan a un consenso (generalmente, el criterio del que más grita o el que más magnetismo personal tiene) sobre un particular y su decisión tarde o temprano llega a oídos de Vorn o sus lugartenientes. Nunca se sabe cuándo se está dentro de la organización, pero sí que se sabe cuando no se puede salir. Más de un tikki se ha encontrado un cuchillo de hueso en la garganta por andar hablando con quienes no debía.