Por: Luxor
Gedeolis era el supremo entre los supremos cuando los eriolitas o antiguos poblaban la misma tierra de los supremos. Pero ni siquiera el poder inconmensurable de un supremo es infinito ni puede resistir la confrontación con sus iguales. Tal fue el poder desatado y tal la destrucción que Arion, el padre de los antiguos, decidió crear un mundo donde ponerlos a salvo. Con toda su inconmensurable fuerza cogió entre sus manos una porción de tierra y gracias a su poder las elevó en el aire por encima de las nubes, por encima de los cielos, por encima del alcance de él mismo, por encima del alcance de los otros supremos. Y allí vivieron los antiguos a salvo de la guerra de los supremos, a salvo de sus ataques y a salvo de su memoria. Los supremos siguieron combatiendo y Arion olvidó a sus protegidos…
Los antiguos llamaron Eriloe a la tierra «colgada en el cielo» que les había regalado Arion y la trabajaron y la modelaron a su imagen y semejanza, pero los antiguos no estaban preparados para sobrevivir en su nuevo mundo y poco a poco fueron declinando y desapareciendo de Eriloe. Para su sorpresa, casi en su desaparición, fueron testigos del advenimiento de las razas menores: humanos, elfos, enanos, gnomos, orcos y demás razas inteligentes o semiinteligentes. No supieron descubrir de donde venían ni cual era su destino o su relación con respecto a las Razas Jóvenes como las llamaban. Al final, casi extintos, asumieron que aquella era la voluntad de Arion e hicieron grandes obras entre estas razas para asegurar su próspero futuro. Sigue leyendo