Número: 175. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
La mano de cuentas es un instrumento que algunos chamanes de Tamora y alrededores utilizan para contar. Se trata de la rama de un árbol, en especial de madera dura, que ha crecido formando cinco ramificaciones o dedos. Los chamanes guían a la rama para que crezca de esta forma durante mucho tiempo; pinzan sus gemas, cortan sus hojas, quiebran las ramas en exceso. Solo cuando el tamaño es el adecuado, separan la rama del árbol y la dejan secar.
Por otro lado preparan las cuentas. Puede ser huesos cortados transversalmente como monedas, conchas, huesos de frutas o estar hechas con arcilla reseca al sol. Lo normal es que todas las cuencas sean del mismo material, aunque no tienen que ser todas iguales, pueden estar coloreadas o talladas de las formas más diversas. Lo que sí tienen todas las cuentas es un agujero que les permite entrar en las cinco pequeñas ramas que forman la mano de madera.
El uso de la mano de cuentas es muy sencillo. El chamán (o cualquier usuario) añade cuentas a cada una de las ramas cada vez que quiere contar algo. El secreto es no añadir una segunda cuenta en la primera rama hasta que todas las ramas no tienen una primera cuenta. Al finalizar la cuenta, el chamán solo tiene que contar la rama con menos cuenta para saber el número de manos contadas y contar el número de ramas con mayor número de cuentas para saber cuántas hay además de las manos. Se dice que algunos chamanes utilizan cuentas de diferentes colores para contar manos de manos (quitan todas las cuentas y añaden una de otro color a la primera rama para seguir contando. Pero los cuentos más increíbles señalan que los más habilidosos pueden sumar cuentas diferentes o restarlas gracias a esta ingeniosa herramienta de medida. En algunas ferias tikki, estos individuos suman las cifras que les va diciendo el público para admiración de todos los presentes.
—Tres —dice uno.
—Cuatro —dice otro.
—Una mano y dos —responde el artista para la admiración de los presentes.
—Añade una mano y cuatro —sugiere el chamán probando al visitante.
Este añade unas cuentas y afirma:
—Tres manos y uno. — ¡Impresionante!
En la puerta de Aguaclara hay dos manos de cuentas. En una se cuenta la gente que entra y en la otra la gente que sale cada día. De esta forma Ursus sabe los forasteros que duermen en la ciudad cada noche.