Número: 175. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Uno de los actos que ha montado la ACADIP (05344 ) para celebrar los 25 años de su creación ha sido proponer a las agencias asociadas que quieran participar en celebrar una competición entre ellas en la room escape, tan de moda últimamente, más cool de Cunia.
Se les ha propuesto que cada agencia monte un grupo con el que intentar resolver el enigma de la sala Moorder, donde deberán analizar todas las pruebas hasta llegar a determinar el culpable de un asesinato, antes de que el caso prescriba. El grupo (agencia) que lo resuelva en el menor tiempo será el campeón de la prueba.
Durante todo el domingo van pasando todas las agencias que se han apuntado a la actividad. Una tras otra van resolviendo "el caso", o no, y esperan a pasar todas y que se publique el ranking de tiempos. Poder meterte, de buen rollo, con la competencia siempre es un momento agradable.
Y durante el tiempo de juego de Clara y su grupo, los últimos en jugar, sucede lo imprevisto. La realidad supera a la ficción. Encuentran en los lavabos de la empresa el cadáver de un desconocido. Un cadáver que alguien ha tenido que colocar allí no hace mucho. ¿Están troleando a los investigadores privados de Cunia? ¿Se quieren reír de ellos?
Esta afrenta no puede quedar así. Y una vez han notificado el incidente a la policía, cien mil ojos avezados en el más mínimo detalle no quieren dejar ni una mota de polvo por reconocer.
El hombre viste un traje de piloto de avión. Traje que, pasado un rato, nadie parece reconocer de ninguna compañía que opera en Cunia. Se diría que es más bien un disfraz.
Y habiendo multitud de cámaras dentro de las salas para las escape, ninguna fuera de estas que permita ver quien ha podido ser, como mínimo, la persona que ha colocado el fiambre en el lavabo. ¿Ha entrado alguien de fuera? ¿O, lo peor, ha sido alguien de alguna agencia? Nadie quiere plantearse esta posibilidad.
Entonces uno de los trabajadores de la sala recuerda que en otra de las rooms tendría que haber un técnico externo arreglando unos mecanismos eléctricos que fallaban. La jauría se abalanza sobre ésta… para no encontrar a nadie. Les queda claro quién es el responsable.
Un detalle en el cadáver mosquea sobremanera a Clara. De uno de los bolsillos de la chaqueta sobresale una ramita de romero. Como Pedro, su hermano. Y si además lo juntas con que va vestido de piloto, llevando el tema al aeropuerto, donde fue asesinado… Un escalofrío le recorre el cuerpo, más aun cuando la descripción que dan del "técnico" le es más que familiar.
Luis Lozano
[_fundido a negro_]