Número: 121. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Una unidad de dragones de Napoleón ha decidido vivaquear en las cercanía de la localidad donde nuestros protagonistas ejercen la función de autoridad. Por la noche, su presencia en la taberna es ruidosa y molesta para alguno de los vecinos, pero no hay ningún incidente digno de reseñar, excepto el posadero que tiene las manos en carne viva de tanto frotárselas la una contra la otra. para sorpresa de los vecinos, la unidad recibe la orden de acampar y esperar nuevas órdenes. hay combates al sur y al norte y el general francés prefiere mantenerlos en reserva.
Para un soldado, un descanso es como unas vacaciones, pero para los habitantes del pueblo comienzan los problemas. Los franceses reclaman el derecho de forrajeo y empiezan a desaparecer huevos, pollos e, incluso, algún cerdo. En la taberna han requisado algunas barricas y el mando de la tropa, para que no estén muy ociosos, ordena que varias patrullas circulen por la ciudad molestando a vecinos y, sobre todo, a las vecinas más jóvenes.
Todos empiezan a murmurar y, por las mañanas, cuando los franceses duermen las borracheras, la taberna de El Cojo se convierte en el centro de muchos planes guerrilleros. Mario mariscal, el dueño, se ve a sí mismo como un héroe que va a salvar a la localidad de la requisa indiscriminada. Madales y Chaparro quieren unirse a la acción, pero Padilla es prudente y con silenciosas miradas les clava en el sitio cada vez que el resto vitorea un plan de asesinato o el incendio de un campamento. Pero las cosas van empeorando y los soldados franceses no se limitan sólo a coger lo que vayan a tomar esa noche, están empezando a guardar de cara al invierno. Aún no saben si se quedarán allí o si les mandarán marchar, pero tienen claro que las marchas son más ligeras con la mochila llena de vino, chorizo y pan.
Pero una noche, unos soldados franceses comenten el error de piropear con demasiada vehemencia a Amalia. Volvía de casa de los Fuentebrava hacia la casa de sus padres. Se había entretenido un poco más de la cuenta y la noche cubría todo el cielo. La muchacha llegó a casa llorando y su padre no tardó ni un suspiro en comentárselo a Chaparro quien encolerizado, salió en busca de la patrulla y se enfrentó a ella. Cualquiera pensaría que cinco franceses entrenados debían haber acabado con facilidad con un loco enamorado, pero cuando cuatro franceses yacían sangrantes en el suelo, el quinto tomó el camino de Villa Diego a gran velocidad.
Las tropas francesas han ocupado la localidad en respuesta y han empezado a sacar a la gente de sus casas para ocuparlas ellos. Los que protestan han sido detenidos y enviados al cuartelillo y el jefe de Padilla ha vuelto a cambiar de chaqueta y comparte mesa y comida con los oficiales franceses. Padilla, no, los miembros de Rojo y Oro simulan continuar con su trabajo, mientras en la taberna de El Cojo siguen asistiendo y, ahora, participando, en los preparativos para la venganza...