Número: 111. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Los humanos son los maestros indiscutibles del comercio. Se podría decir que los que desarrollaron tal actividad fueron ellos. La aparición de los grakin es, de hecho, la consecuencia de las caravanas y los puntos de encuentro donde los comerciantes humanos realizaban sus intercambios.
Las caravanas humanas son las más multirraciales de todas: tramperos tikki, guardianes gardan, patrones de esclavos dwaldur, cocineros dwandir, porteadores neandertales, etc., todos tienen cabida en una caravana y su circuito anual, si pueden ofrecer algo útil a cambio. Los humanos son sorprendentemente abiertos en este sentido y no es raro ver incluso h'sar, drak u ogros en sus grupos (pensando como un humano, quién sabe que rédito económico podría sacarse de alguno de ellos en algún momento).
Comercian con cualquier cosa que pueda ser susceptible de negocio, lo que incluye la trata de esclavos. Las caravanas se mueven por un circuito establecido que se completa en de un inverno a otro que incluye el paso por todos y cada uno de los pueblos que se encuentran en el camino principal que se haya definido. De manera ocasional, suelen abandonar las vías principales y acercarse a poblaciones apartadas para ampliar las posibilidades de negocio.
Dependiendo del tipo de humano, las caravanas se mueven por unos circuitos u otros: Los aisdwan completan sus circuitos por las estepas y bosques del norte y sus tratos comerciales incluyen a los dwaldur que habitan en las montañas, escasas caravanas que parecen en ocasiones partidas de guerra más que comerciantes, fruto de lo hostil de su entorno. Su mercancía más apreciada por los poblados es el alimento, las pieles, las armas de calidad y las noticias.
Las tribus libres de las llanuras y en la península de Entrovia tienen las caravanas más activas y abundantes de Pangea. En ocasiones, más de una caravana hace la misma ruta pues las posibilidades de negocio son más elevadas al haber un mayor número de habitantes. Son los comerciantes más avispados y no sin cierta verdad en ello, los más dispuesto a obtener con su lengua afilada y ardides comerciales sacar mucho más de lo que dan. Esto está provocando una incipiente clase alta que en ocasiones ha entrado en conflicto con las más tradicionales de jefes y chamanes: el comerciante exitoso. Poseedores de recursos y personal, un comerciante hábil consigue muchas veces convertirse en un caudillo tribal por derecho propio o incluso fundar su propio grakin bajo su propia ley. Comercian con cualquier cosa imaginable, pero los clientes habituales aprecian sobre todo, pieles exóticas, armas de hermosa manufactura, instrumentos musicales, entretenimiento en forma de gladiadores o bardos y las noticias.
En el desierto, los turganos son una imitación de las caravanas de las llanuras, salvo que los habitantes de la zona del desierto aprecian el agua, los esclavos, las medicinas, las tinturas y las noticias.
En las zonas costeras e islas, los comerciantes son un recurso valiosísimo para mantener en contacto las poblaciones isleñas, tanto que están empezando de manera paulatina a convertirse en figuras románticas que aúnan el concepto de explorador, guerrero y héroe del pueblo. Se rumorea que han desarrollado incluso unas creencias y religión propia que implica la adoración a una deidad marina. Los materiales más deseados por sus clientes es el agua, los materiales de construcción, las canciones y las noticias.
Las junglas del sur, a pesar de tener una sustanciosa población, no tiene (en ocasiones, ni desean sus habitantes) comerciantes. Todo se realiza desde el concepto más estricto de trueque.
Los comerciantes humanos son los que mejores relaciones mantienen con otras razas y conviven pacíficamente con otros comerciantes en las mismas zonas (aunque los conflictos son frecuentes ya que muchas veces hay muchos competidores para un recurso estratégico finito). La prueba de esto es la aparición de grakin a lo largo y ancho de Pangea. En ningún otro caso, se reúnen en zonas neutras o plazas, razas tan dispares para comerciar en buenos términos. Otra de las consecuencias de esta actividad humana es que, de manera lenta pero inexorable, extienden el conocimiento y con ello, la posibilidad de comenzar una escalada tecnológica (como la aparición de forjadores de metal en zonas como Aguaclara o las marismas H'sar).