Número: 111. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Las ranas verrugosas (Katak varti, en lengua humana) son unos anfibios de aspecto francamente repugnante pero con unas habilidades y beneficios que las hacen muy valiosas para los habitantes de Pangea.
Estos batracios habitan en charcas, pantanos y zonas de agua estancada a lo largo y ancho del continente. Son del tamaño de un puño humano, por lo general de color verde o marrón. Sin embargo, su característica más llamativa son los numerosos bultos adiposos que cubren sus pequeños cuerpos. Esto, unido al hecho de que siempre están humedecidas, les otorga su desagradable aspecto.
Se reúnen en gran número y pasan sus días alimentándose, refrescándose y un par de veces al año, apareándose. Son un bocado muy habitual en la dieta del resto de animales con los que comparten hábitat.
Las Katak varti además de para alimentarse (el asado de rana verrugosa es un plato muy habitual entre las manadas, se lo conoce también como "banquete de boda tikki", un nombre claramente irónico) ya que proporciona la energía necesaria para el día a día aunque a costa del sabor, se busca por la secreción oleosa de su piel. Cuando se extrae se utiliza mezclado con ungüentos para potenciar sus efectos. Por ejemplo, si un preparado tiene un efecto balsámico y se le añade el "sudor", el efecto durará el doble de tiempo. Si es un ungüento contra las picaduras de insectos, repelerá no sólo a insectos sino también a pequeñas alimañas como roedores o lagartos. Si es un preparado para soldar huesos, lo hará en la mitad de tiempo. La rana verrugosa es un útil aliado de curanderos. Por supuesto, si esa secreción se añade a un veneno la potencia se duplica y en ocasiones se triplica.
Por otra parte, si el "sudor" se consume "crudo" (sin hervirlo previamente o al darle un sustancioso lametón directamente a una rana) aquel que lo haga se verá afectado por sueños febriles y alucinaciones durante un período de horas variable (1d10 horas en el dado Sombra) que en muchas ocasiones tienen un carácter premonitorio (equivale a un ritual de adivinación) además de lisérgico. Las resacas que produce esta actividad son monumentales: vómitos, diarrea, dolores de cabeza, deshidratación, pérdida de la capacidad de atención y en las versiones más extremas, problemas neuromusculares como temblores incontrolados o espasmos que duran una jornada. Sorprendentemente, los animales que las cazan no se ven afectados.
Cuando la secreción se añade como condimento (una vez preparado, claro está) la comida se mantiene fresca el doble de jornadas aunque a costa del sabor puesto que a partir de ese momento, sea lo que sea que se desee conservar, sabrá a comida hervida sin sal.
Los renacuajos de rana verrugosa son un cebo excelente para pescar y aquel que lo utilice verá su éxito incrementado (reducción de un nivel de dificultad a la tirada relacionada con la pesca) pero deberá cuidar de lavarse las manos bien tras manipularlos pues dejan una fea quemadura debido a su resinosa y urticante secreción cutánea.