Editorial

Cuando publicas el número de junio de la revista, te planteas que tienes mes y medio por delante para la siguiente y piensas: «Esta vez, haremos el número sin precipitarnos, con tranquilidad», pero sabes que es mentira; sabes que empezarás a pensar en la revista una quincena antes y que los siete últimos días se convertirán en «la semana de la revista» que es una especie de advertencia para amigos y familia de que esa semana no estás para otras cosas. Nada habrá cambiado con la dinámica de la revista anterior.

¿Por qué, entonces, no hacer una revista en julio y otra en agosto? Podríamos, pero el número de verano significa un punto de ruptura en una dinámica mensual que es bastante estresante. Agosto se convierte en un número de cierre de la temporada y septiembre, que también nos da esas dos semanas extras de tiempo, en el primer número de un nuevo año. Es en esta época cuando meditamos, reflexionamos y tomamos decisiones para el futuro. Además, la ruptura de la rutina nos da fuerzas para iniciar la próxima temporada.

Este es el número 144 y a partir de ahora ya podemos decir que la revista es una revista gruesa. ¿A dónde llegaremos?