Número: 224. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Este vegetal lleva poblando las rocas del mundo desde su prehistoria. A pesar de su antigüedad apenas ha evolucionado en su aspecto y costumbres, aunque puede que si en su tamaño. Hoy día las más grandes pueden alcanzar los tres metros de altura, pero se han encontrado restos fósiles de mordedoras de hasta siete y ocho metros.
La mordedora de acantilado es una planta de movimientos rápidos, tanto que en un primer vistazo es fácilmente confundible con un animal. Sus tallos, de aspecto tentacular, permanecen inmóviles al sol durante la mayor parte del tiempo, pero cuando detecta una presa a su alcance lanza uno de sus zarcillos con presteza para capturarlo y llevárselo a una de sus bocas.
Cuenta con dos tipos de zarcillos, unos grandes y gruesos, que son con los que se alimenta, y otros finos, en forma de liana, que usa para detectar presas en movimiento. La principal singularidad de estas lianas son los bulbos de helio que crecen en ellas, que les permiten flotar en el aire, abarcando así una gran superficie. Esto le convierte en un ávido devorador de aves. En las zonas de grandes colonias los acantilados suelen estar cubiertos con una maraña de estas lianas, lo que hace cadi imposible escalarlos sin ser detectado.
En algunas ocasiones, cuando la colonia es muy grande, la maraña de lianas a su alrededor es tal que entorpecen el paso de navíos voladores.
El mordisco de la planta no solo ejerce una gran presión si no que la boca segrega un potente ácido que produce graves quemaduras.
Lianas detectoras: cualquier ser vivo que toque una liana será automáticamente detectado por todas las plantas que compartan la colonia.