Número: 216. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
El derecho a la propiedad es innato en el ser humano. Entra dentro de los cánones normales de las civilizaciones. Y como todo derecho, puede ser retorcido al máximo según la mentalidad de su propietario. Tanto es su deseo desmesurado en la propiedad, como en el objeto en sí, pudiendo llegar a ser animales o personas. El valor a veces puede parecer ridículo para la obsesión, siendo solo mesurable por la importancia que se le da.
Y la pérdida, normalmente en un robo o en una huida, provoca tal vacio y ansiedad que devora por dentro a la persona dueña. Ello la lleva a intentar localizarlo por todos los medios posibles. Y si están al tanto de la oscuridad que impregna Cunia y se lo pueden permitir, posiblemente tengan en su poder un camafeo particular. Se les conoce como Camafeo de Sartael, por el nombre del demonio que localiza cosas perdidas.
Esta joya se fabrica en concreto para la localización del objeto o ser vivo en cuestión que no se quiere perder. Unos pocos artesanos son los encargados en sus talleres del moldeado del camafeo en particular. Todos ellos trabajan en solitario.
En un proceso que puede durar meses, según el qì de lo que se debe encontrar y la calidad del buscador, se crea artesanalmente la susodicha joya. Su diseño acostumbra a ser imágenes desasosegadoras. El precio por ella, francamente, es desde prohibitivo a exageradamente desmesurado.
Este camafeo debería estar siempre con la propietaria. Si en algún momento es robado o escapa, la joya emite una ligerísima vibración y cierto fulgor. La distancia entre el objeto y la joya puede ser excesiva y que no emita nada, hasta que vuelva a estar en el radio apropiado. A más cercanía es más fácil que detecte enseguida la falta.
Una vez ha dado la alarma y el dueño es consciente, solo debe activarlo acariciándola y murmurando una corta letanía que se ha compuesto para este par objeto-camafeo. Y a partir de aquí solo queda que sea localizado y devuelto a su lugar.
La activación del poder lleva, en unas horas, a la aparición en nuestra realidad de un brutal críptido que se encargará de seguir el rastro de la o las personas que han sustraído el objeto. Esta búsqueda será como si un bulldozer descontrolado y sin frenos se lanzara a una carrera sin control. Mientras va a la búsqueda, desgarrará tanta carne como sea necesaria para encarar su meta.
No sirve de nada el que el objeto haya cambiado de manos. El críptido irá por orden, llegando a las personas que han estado en contacto. En primer lugar el primero, si hubiera más, en orden, como decimos, uno a uno para llegar a encontrarlo y restituirlo en el lugar que le corresponde.
En su mayoría son indestructibles y si reciben demasiado daño se disuelven en una nube de niebla para aparecer horas más tarde y seguir con la búsqueda. Según la calidad del camafeo y sobretodo de la pericia del artesano, en caso de que sean de bajo nivel, podría llegar a darse el caso de que si fuera posible matar al bicho, ya fuera porqué tiene un punto débil en su estructura o tras un cierto número de muertes anteriores en la búsqueda que lleva a cabo. Si llegara a morir, el camafeo automáticamente de resquebrajaría.
Según la creatividad del artesano el críptido puede ser uno al uso como por ejemplo una manticora, o un cadejo mesoamericano… como puede llegar a ser una amalgama de varios de estos para mejorar el resultado. Evidentemente a mayor complejidad el precio se dispara.
Una vez ha recuperado el objeto y lo ha devuelto desaparece para volver a dormir esperando la próxima vez que se le reclame.