Número: 173. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
La planta del abrazo azul se presenta en las zonas templadas de Pangea como un manto de hermosas y fragantes flores de un azul muy intenso. No se trata de varias plantas, aunque lo parece, sino de un solo arbusto rastrero que se extiende por una zona de varias varas cuadradas bajo la sombra de los árboles. En ocasiones, algunos tallos trepan por los troncos ayudando a confundirlas con las orquídeas a las que se parecen.
Las flores del abrazo azul generan un néctar muy dulce que atrae a insectos y pájaros, de pequeño tamaño (tipo colibrí). Sin embargo, tal cantidad de azúcar solo tiene como objetivo enmascarar el potente veneno que también segregan. Cuando uno de estos animales prueba el néctar, muere a los pocos latidos y cae al suelo (la misma flor bascula para que esto ocurra) donde los tallos se encargaran de disolver la carne y añadirla al sustrato como nutrientes. La resina de los tallos casi leñosos del suelo es un potente ácido (semejante al de los estómagos de los animales).
El abrazo azul no se alimenta solo de aves e insectos. Posee una increíble capacidad de anticipación al movimiento. Si una flor se mueve por el empujón de un animal (un roedor o un pequeño mamífero), el resto de flores en su camino se echarán al suelo con la intención de hacerle tropezar. Si cae, los troncos le atraparán enredándoles en una madeja y empezarán a disolverle vivo (los gritos de los pobres animales son espeluznantes). Las flores vuelven a erguirse en cuando el animal deja de moverse. El abrazo azul no representa un peligro serio para animales más grandes (tamaño humano o superior), aunque las plantas intentarán derribarle igualmente (fuerza 5 para los enfrentamientos si llegaran a atraparle). El daño del ácido es tipo 0 por asalto por cruzar por la zona (sin caer) y tipo I si se cae dentro del macizo de flores. Las personas débiles, enfermas o los niños sí pueden caer atrapadas en el abrazo azul.
Además, el abrazo azul es un poco tramposo y sus raíces y troncos semileñosos se extienden una vara más allá del perímetro de flores, pero no se aprecia su presencia por la hojarasca del bosque. Es decir, cuando llegas a las flores (sus órganos sensitivos) ya estás dentro de la planta y aunque intentes huir aparecerán raíces y ramas que intentarán derribarte y disolverte. Dicen los chamanes que estas plantas aumentan su tamaño gracias a las criaturas que mueren cerca, abonan el terreno y les permite crecer.
El néctar del abrazo azul es un recurso valioso para los chamanes. Lo calientan en recipientes de barro licuando el dulce y dejando el veneno como grumos de color negruzco. Estos los separan uno a uno para usos como venenos y antídotos, pero el dulce, dejan que se enfríe un poco y lo vierten en grumos sobre hojas verdes. Cuando se endurece forma un alimento muy energético que los cazadores y comerciantes aprecian especialmente. Algunos chamanes utilizan una cuchara de madera con agujeros para separar el veneno del dulce, pero la mayoría lo hace a mano. El dulce nunca está limpio de veneno del todo, pero las cantidades son mínimas y no hacen daño al que lo ingiere.
Para recolectar las flores (y su néctar) los chamanes más veteranos utilizan dos varas: en una sujetan un cesto de mimbre y en la otra un cuchillo de piedra muy afilado en forma de hoz. Con uno cortan la flor y con el otro, en manos de su aprendiz, la recogen.
Cuentan los chamanes que cuando se corta una de las flores, todo el macizo se agita a la vez, como si estuviera gritando sin boca. Es un espectáculo que sobrecoge a los que no están acostumbrados y que ha llevado a algunos a la creencia de que no se trata de una planta sino de un animal.