Número: 171. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
La sustancia, conocida popularmente como «pachulí aioll» es un potingue, un perfume de un olor dulzón francamente asqueroso que los aioll extraen de algún lugar horrible, seguramente el tracto rectal de alguno de sus monstruos genéticos de laboratorio. Existen versiones ligeramente diferentes del pachulí, adaptadas para afectar a una especie en concreto sobre las demás, pero todas tienen como base algún tipo de alcaloide tropánico. En su versión natural, actúa como depresor de las terminaciones nerviosas del cerebro, corazón, intestino y otros tejidos. Causa dilatación de las pupilas, contracción de los vasos sanguíneos, reducción de la secreción salival e inhibición del sistema nervioso parasimpático. En dosis altas puede causar convulsiones, depresión severa, arritmias cardíacas (taquicardia severa, fibrilación, etc.), insuficiencia respiratoria, colapso vascular y, en algunos casos de individuos hipersensibles, la muerte. Los aioll han modificado genéticamente la sustancia original para que afecte al metabolismo de casi todas las especies conocidas.
Los aioll han modificado la sustancia para que sus efectos se transmitan por el aire, en forma de partículas. El pachulí causa un estado de estupor y amnesia en las víctimas que lo absorben a través de las vías aéreas. Durante el episodio amnésico, la víctima mantiene su identidad personal y puede ejecutar adecuadamente las actividades normales de la vida diaria. Es decir, es como si la víctima quedase "hipnotizada" y luego olvidase lo que ha hecho durante ese tiempo. En este estado es capaz de facilitar sus contraseñas de acceso a cuentas bancarias, acompañar al "titiritero" a zonas restringidas, matar a sangre fría, etc. El pachulí provoca la eliminación del libre albedrío mientras que se sigue actuando normalmente. El cerebro queda automatizado, haciendo lo que se le ordena y respondiendo adecuadamente, aunque sin capacidad de juicio, censura o cortapisas morales. De hecho, la víctima no parece estar drogada ni somnolienta. Aparentemente se encuentra en un estado normal, y por este motivo resulta muy difícil que terceras personas perciban que la víctima se encuentra bajo los efectos de un control externo. El pachulí aioll hace que todo lo que ocurre alrededor de la persona afectada le parezca normal y correcto, siguiendo siempre las instrucciones de su "titiritero". De no recibir órdenes, la víctima tenderá a quedarse en un estado de estupor, mirando a su alrededor despreocupadamente… A menos, claro, que aparezca algo o alguien que capte poderosamente su atención o en lo que tenga interés personal.
Por supuesto, los aioll son inmunes a sus efectos. Los aioll también pueden implantar en otras especies una glándula que segrega una sustancia que contrarresta los efectos del pachulí, volviéndoles inmunes. Es sabido que, al menos en tres ocasiones, agentes a sueldo de la UPG han penetrado en instalaciones militares secretas entrando por la puerta principal, acompañados de un oficial de alto rango bajo los efectos del pachulí. Nadie sabe qué pasaría si alguna vez lo liberasen a gran escala en la atmósfera de un planeta.
Para administrar el pachulí es necesario que la víctima lo huela. Esto puede hacerse bien por la fuerza (impregnando un pañuelo con pachulí y oprimiéndolo contra las vías nasales de la víctima) o bien de forma más sutil (oliéndolo al saludarse o teniendo algún tipo de contacto cercano con la víctima). Este último es el método favorito, ya que así la transición al estado de trance es mucho más gradual y fluida.
La víctima debe llevar a cabo una TA de Voluntad. Los efectos del mismo se manifiestan en cuestión de minutos (en concreto, en tantos minutos como el resultado del dEXO). A continuación debe consultarse la siguiente tabla: