En el diseño de un juego de rol conviene no sólo dar por hecho que las reglas afectan a la experiencia de juego sino que esto se ha de tener en cuenta como un criterio de trabajo. En ese sentido, los procedimientos que más peso aportan a la experiencia de juego requieren de ser mimados especialmente; en unos juegos serán las reglas de salud mental, en otros un sistema de combate especialmente detallado, en algunos el método de creación de personajes, en aquel su personalidad e historial, en ese otro las las mecánicas para obtener un tipo de historia concreta. A esto es a lo que hace un tiempo llamo foco del juego y es lo que quiero decir cuando digo que me gustan los juegos «enfocados».
Tener en consideración el foco desde el principio del diseño conlleva una dificultad: va a ejercer de «agujero negro» de la producción, atrayendo la mayor parte del trabajo decisorio e intelectual. Su diseño requiere decisiones más determinantes, siendo es el punto por el que se hace necesario empezar o a través del que hay que avanzar con más cuidado para llegar a buen puerto. En Indalo el foco serían dos: la narración por viñetas y los superpoderes. En nuestro caso, estos lo son especialmente, dado que queremos que la creación y elección de los mismos para los personajes se distinga por el nivel de granularidad y libertad a permitir a los jugadores. Este meollo aún no está resuelto del todo en nuestro caso, pero sus condicionantes básicos, por fin, sí.
Este es el motivo de que haya estado en silencio en este diario tanto tiempo: concentración, discusión, redacción y re-redacción han sido necesarios. Sobre todo, encontrar esos primeros condicionantes, esos puntos de vista centrales, responder a las preguntas como cuáles son los límites del poder en Indalo, cuáles los poderes que pueden existir, cuál su fuente, cómo afectan al diseño del juego.
Desde este punto el avance será mucho más fluido y pretendemos que las pruebas de juego venideras, entre ellas en las ya cercanas Ludo Ergo Sum, se realicen con el sistema de superpoderes definitivo.
Imagen de Randy Wick
¡Allí nos veremos!