Las SomCon Uno Seis han terminado y, además de esta sensación de cansancio generalizado, nos ha quedado un buen recuerdo y estamos satisfechos del resultado, aunque soy consciente que hay cosas que podríamos haber hecho mejor. Aún no hemos hecho la reunión post-jornadas ni hemos mandado la encuesta a los asistentes, pero no quería que pasaran más días sin expresar cómo me siento: contento. Las SomCon suponen una relación estrecha con personas que disfrutan de tus juegos, se rompen las barreras y hay química en el ambiente; nada, ni siquiera algunas sustancias de Cunia, puede igualar esa sensación.
La parte más difícil de las SomCon de este año fue cuando apenas cinco días laborables antes del evento nos avisaron que han cambiado las condiciones de acceso al recinto y que los coches no iban a poder pasar. Conseguimos que nos dejaran pasar algunos tras firmar algunos papeles de alta seguridad (parecía que entrábamos en una cámara acorazada y no en un parque natural), pero nos obligaron a buscar «alojamiento» para los coches de los asistentes. Lo malo no fue el trabajo adicional, el coste o que no consideraran necesario estar a la hora que nos habían dicho para entregarnos las llaves y que nos obligó a suspender dos actividades de la tarde, sino el enfado por tanta tontería burocrática que temí que se me notara durante las SomCon. Creo que lo disimulé bien.
Superado este escollo, las SomCon fueron de maravilla. Repartimos las bolsas de bienvenida, las habitaciones y cenamos y, a partir de ahí, todo fue bien (creo que hasta me permití una sonrisa). He leído en algunas redes sociales que le damos a las jornadas un espíritu especial que las hace diferentes, pero confieso que no somos nosotros, sino los asistentes quiénes lo traen. Quizás sea el lugar o la forma de la enfocar la atención a los asistentes, pero la verdad es que tras la cena ya no había grupos, sino gente que compartía y conversaba como si fueran amigos de toda la vida. Algunos lo eran, pero otros se conocieron (o se desvirtualizaron) en las jornadas. Nos convertimos en una familia, una grande, de 43 miembros.
Hicimos partidas de rol (muchas, el sábado por la tarde hubo, por ejemplo, seis a la vez), dos roles en vivo que afectaban a la trama oficial (alguno me preguntó cómo nos atrevíamos a dejar el futuro del juego en manos extrañas), una partida de rol simultánea donde los dos grupos acabaron uniéndose en una gran escena final. Y también tuvimos algunas charlas (espero que interesantes porque muchas las hice yo). Acabé muy contento del taller literario y de la exocita. La charla de juego organizado era más difícil y aunque el resultado no fue inesperado, quizás debí haberla enfocado desde otro punto de vista. La Cuniacita, por otro lado, aportó una nueva trama al juego que hoy mismo he incluido en las próximas noticias. Uno de los pilares de las SomCon para nosotros es esa capacidad de retroalimentación y uno de los momentos fundamentales para ella fueron las comidas y cenas. Este año los organizadores nos impusimos el deber de no comer juntos, sino repartirnos por las mesas para compartir con los asistentes las conversaciones. Debo decir que ha sido muy interesante y muy enriquecedor.
Es cierto que hubo cosas que podían haber salido mejor. En algunas cosas no tenemos margen de maniobra, me temo, pero no es excusa. Por ejemplo, el segundo día se acabaron los refrescos de la máquina de bebidas. Tras descubrir que había una nevera a nuestra disposición, debimos actuar con rapidez, coger un coche y comprar hielo y botes para tenerlos allí. Pensamos que repondrían la máquina, que el guarda del casal llamaría al reponedor y sería cuestión de horas, pero nos equivocamos. Lo hemos anotado para la próxima. Otro ejemplo, dentro de la bolsa de bienvenida le regalamos a la gente un «tablero de combate». Se trata de un A4 hexagonado en cartón sobre el que se puede dibujar encima con rotuladores tipo Velleda. El caso es que no vi a nadie usarlo ni he visto comentarios al mismo tras las jornadas. Tengo la sensación de que no explicamos bien su utilidad.
Hemos publicado un álbum de fotos tanto en Google + como en Facebook para dar envidia a los que no pudieron asistir. Pulsad los enlaces bajo vuestra responsabilidad.
Y finalmente, mi conclusión preliminar para las SomCon es que estuvieron bien, que la gente se divirtió (importante) y que es una experiencia que se debe repetir (aunque, dado el cansancio acumulado, a ver si tengo suerte y para las SomCon Uno Siete no me toca estar en la organización). Llevaba idea de encadenar a algunos de los asistentes al sótano y no dejarles salir, pero se me escaparon (o eso creen…)