La semana pasada estuvimos ausentes y, claro, hay poco que decir en este #ResumenSemanal, pero fue un viaje de trabajo (+ algo de relax) porque visitamos el festival Celsius en Avilés, nos pusimos el sombrero de escritor y aprendimos y desaprendimos cosas.
Lo mejor de estos viajes es volver a encontrarte con viejos amigos y charlar con ellos como si los hubieras visto ayer. También es interesante conocer a gente nueva y desvirtualizar a gente (que es también una forma de conocer gente nueva). Visitamos la sede de HT Publishers (muy chula y aún tiene sitio para editar más cosas). Y descubrimos el nombre de un color: azul mahón. A nosotros nos sacas del azul cielo, azul marino y azul tardis y nos perdemos, y sí, existe un azul mahón y, aviso, no tiene tono de cerveza.
El plato fuerte fue el propio festival Celsius, claro, y debo decir que la asistencia de la gente desbordó («pasó por encima» sería más exacto) las previsiones de la organización, pero también debo señalar que plantaron los pies en el suelo y se mantuvieron firmes en todo momento y no era tarea fácil. Miles de personas abarrotando una plaza en colas para entrar en las conferencias, para las firmas, para comer, para ir al baño, incluso para comprar. Una locura. Confieso que no me gustan nada las aglomeraciones (siempre veréis que me siento junto a las puertas de las salas de acto) y había momento que estaba bastante agobiado. No quiero ni pensar en esos escritores famosos que no podían moverse sin una foto, una firma, o un comentario y que tenían gente esperando para hablar con ellos siempre. Un verdadero desafío.
Vengo con una impresión muy positiva de la gente. Creo que están un poco locos porque para aguantar horas en una cola lloviendo o cargar con varios libros de 1000 páginas como los que se editan ahora, hay que estar un poco loco, en el sentido sano de la palabra. Pero lo positivo es que la mayoría de la gente era bastante joven y hay ahí una cantera de impresión. Por otro lado, el Celsius tiene una sección de rol y tuve dos sensaciones también muy positivas: las conferencias de rol también se llenaban (mérito de los que organizan esa sección sin duda) y a los asistentes no les extrañaba que esas charlas o talleres estuvieran en el programa. Ni siquiera estaban en una parte diferente del programa. Esta normalización del rol como parte del género de fantasía, ciencia ficción y terror es algo muy ilusionante del Celsius.
Firmamos libros y me hizo ilusión por dos motivos: porque firmé más de los que esperaba (que era uno o ninguno), incluso fuera de la sala de firmas y porque ahora puedo decir eso de: «he firmado libros en el mismo festival que Brandon Sanderson, Abercrombie, Kristoff, Tchaikovsky…». Esto de firmar libros alimenta el ego del autor y ha venido bien cebado. [Por cierto, Pedro, si lees esto, siento no haber estado en el stand cuando pasaste y así conocerte.]
¿Para qué valen estos viajes? Quitando lo obvio. Son positivos porque rompen la rutina semanal y te sacan de ese círculo vicioso que se convierte el trabajo. Nos recargan las pilas. Y la cabeza (y la libreta que uno ya tiene una edad) viene llena de ideas. Mañana no se notará, pero a medio plazo, sí. Todos esos comentarios, conversaciones y opiniones crean una cimentación sobre la que se edifica el futuro.