Sentía el sol que se colaba entre las nubes del invierno, olía las pináceas y la madreselva sin florecer, escuchaba el rumor del agua al fondo del valle y sentía las conocidas curvas de su silla en su cuerpo. Sonreía.
—¿Ha ocurrido ya? —preguntó el aprendiz saliendo a buscarle.
—No creo que falte mucho.
Desde el Sótano 182 (www.desdeelsotano.com).
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