Ya al final del turno, mientras cansado y dormido, atrapado en este despacho donde reposarán mis huesos, me dispongo a dejar constancia con este teclado de los hechos asombrosos y terribles que me fue dado presenciar hace 48 horas, repitiendo verbatim cuanto vi y oí para dejar, en cierto modo, para los que vengan después las palabras de nuestro maestro:
—¿La habéis terminado antes del plazo? ¡Buen trabajo! ¿Ciento ochenta ya? Mejor aún.
Los contenidos de este número 180 son: Sigue leyendo