Procedentes de Japón, la carpa koi ha sido objeto de admiración y cuidados de un montón de acuariófilos de Cunia, pero, hace unas semanas, la administración federal aprobó una ley que prohibía la comercialización de las carpas (aunque no su tenencia). Dicha ley, que se ha aprobado en consonancia con una ley nacional, también reciente, y con la exigencia de los socios animalistas del gobierno federal, establece que la carpa koi es una especie invasora en el ecosistema de los ríos españoles. Esto está en entredicho por algunos expertos, pero la ley ha conseguido que las carpas hayan, por decirlo de alguna manera, pasado a la clandestinidad. Ya no se pueden comprar en comercios, pero hay todo un mercado de intercambio y venta en páginas web.
Koi (Nishikigoi) en el museo la ciudad de Ojiya, prefectura de Niigata Japón. Fotografía de Asturio Cantabrio, CC BY-SA 4.0
Aunque la carpa koi ha llegado a Europa a través de Japón, lo cierto es que no es originaria solo de ese país y también se la puede encontrar en China y en el sudeste asiático. Pertenece a la misma especie que la carpa común (la que hay en nuestros ríos) aunque tiene vistosos colores, que es parte de su atractivo entre los aficionados a la acuariofilia.
Es un pez tranquilo que vive entre 20 y 30 años (característica que están usando los vendedores clandestinos para asegurar que las tienen desde hace años). Se sabe de algunos ejemplares que han vivido más de cien años, incluso 200, pero son casos extremos. Tienen gran tamaño (casi un metro las más grandes) y pueden llegar a los ocho kilos de peso. No son adecuadas para acuarios, sino que se crían en estanques (lo que reduce el número de aficionados que pueden disponer de ellas). Se dice que son capaces de reconocer a sus cuidadores y dejan que estos puedan acariciarlas. Otra de sus características es que la carpa koi es capaz de entrar en un estado de semihibernación cuando hace frío lo que le permite soportar los inviernos templados de Cunia. Se reproducen con facilidad, aunque los ejemplares de concurso (los más llamativos y caros) requieren sistemas de cría especiales.
En las culturas orientales (China y Japón especialmente) es un símbolo de buena fortuna en los negocios, por lo que no es raro ver las carpas koi en establecimientos o en letreros y anagramas comerciales. En Cunia, además, se ha popularizado en algunas residencias de clase alta que pueden permitirse tener un estanque en el jardín. La prohibición no ha reducido la demanda por esta especie, pero sí ha aumentado los precios. Una cría de carpa koi puede valer 20 euros, mientas que un adulto puede alcanzar los 400 euros. Los ejemplares de campeonatos (como el que se celebra en Japón todos los años) pueden alcanzar los 100.000 euros.
Hay una leyenda que dice que si la carpa koi consigue remontar el río y llegar a su nacimiento se convierte en un dragón, pero, hasta la fecha, no se han visto dragones en Cunia (fuera del barrio chino, claro).