Número: 95. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
La comida en Pangea es un asunto más peliagudo de lo que en un principio nos podría parecer. Al hecho de que es muy probable que si no te andas con cuidado tu potencial comida puede devolverte la jugada se une la cuestión de cómo conservar toda esa montaña de carne que ha llevado tanto tiempo cazar.
Para solucionarlo, las diferentes razas han ideado ingeniosas formas con los medios que poseen a su alcance. Prácticamente todas las razas tienen su propio método aunque también es cierto que según las circunstancias dadas por el entorno les obliga a asumir las costumbres de las demás.
Así, los aisdwan en el norte utilizan los fresqueros naturales que se producen entre las oquedades de las cumbres, en las que se mantienen bancos de nieve y hielo todo el año, almacenando comida para las épocas de escasez. En ocasiones, este método les ha hecho enfrentarse a los dwaldur que son conocidos también por utilizar este método de conservación con la carne de las cabras y en menor medida, los arwan.
Por otra parte, los tikki utilizan un fuerte condimento de color rojizo que extraen de una verdura de color rojo. En algún momento (las malas lenguas dicen que tras un intercambio de esclavos entre caravanas tikki y ogras) los ogros han tomado la costumbre de utilizar ese condimento, pero a diferencia de los tikki que únicamente la utilizan para adobar y conservar la carne, los ogros lo utilizan de tal manera que pueden mantener artificialmente la carne en conserva, haciendo pasar comida en mal estado (podrida) por alimento comestible. Por eso no es buena idea comer comida de viaje ogra salvo que tengas unas tripas de hierro.
Los dwandir utilizan oquedades que mantienen fresco y seco el alimento y lo vigilan para evitar que entren alimañas y echen a perder lo recogido. Para dicha tarea es habitual ver a los dwandir rodeados de compañeros del grakin, ya que los ratones y pequeños roedores son un bocado delicioso para gatos y perros. Los kotai además de aprovecharse de la ventaja de las cavernas en las que viven del mismo modo que los dwandir, envuelven en hongos y líquenes la comida. Este proceso puede perfectamente conservar más tiempo el alimento (y de hecho, así ocurre) pero en ocasiones pudre la comida, dependiendo del tipo de hongo o liquen utilizado. De todas maneras, los trogloditas si tienen un estómago de hierro y no les supone inconveniente. Los humanos de las llanuras utilizan piedras de sal, que desmenuzan y utilizan para cubrir la comida a conservar. Es una tradición muy arraigada y es actualmente muy famosa en Aguaclara la carne en salazón mendwan, que alcanza tasas de trueque astronómicas para comer simplemente un filete de buey.
En las junglas, los humanos, mucho más primitivos, cazan, comen y lo abandonan a los carroñeros. Del mismo modo actúan los gardan y los drak, aunque no suele quedar mucho tras el banquete de una manada.
Los durk recogen y mantienen en cámaras especiales, con una ventilación específica para tratar de prolongar al máximo la escasa carne que recogen. En ocasiones, utilizan piedras desmenuzadas con concentraciones de sal para mantenerla en salazón, aunque ni mucho menos llega a la maestría humana.
Los h´sar y los gigantes, por lo general, pastorean o mantienen vivas a sus presas, hasta el momento de prepararlas (o incluso cuando se las comen). Por ello, aún no han desarrollado una técnica de conservación efectiva. Están empezando a probar con almacenes en oquedades rocosas, y en menor medida, el salazón, pero sin resultado.