Número: 200. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Fotografía del señor Weber antes de la guerra (probablemente).
Cuando los personajes oyen hablar por primera vez del Sr. Weber, es un personaje silencioso en una de las celdas de Nuremberg donde los Aliados han encerrado a los dirigentes nazis a la espera de juicio (en estas mismas instalaciones está Göring, su juicio empezará en unos días). Es tranquilo, con los hombros caídos y la mirada perdida en el suelo de la celda. Es como si el alma hubiera escapado de su cuerpo. Los carceleros han tenido que animarle a comer en más de una ocasión, pero apenas prueba bocado y su estado de salud está empeorando. El médico amenaza con alimentarlo por la fuerza.
Robert H. Jackson, fiscal jefe en los juicios de Nuremberg
Los personajes, que forman parte de la unidad destinada a los juicios, reciben el encargo de descubrir los crímenes de ese hombre. El fiscal está un poco perdido con el caso. Saben que es alguien cercano a los jerarcas nazis porque así lo han señalado diversos testigos (el día de su captura), pero los servicios de inteligencia Aliados no tienen datos sobre él. El fiscal cree su identidad podría ser la de otra persona y que su apatía, en realidad, esconde una mente criminal. Hará mucho hincapié que puede estar detrás del cerebro de todos los crímenes nazis. Cree que puede tener a quién está detrás de la ideología nazi y achaca su apatía al haber sido derrotado.
Nota: Robert H. Jackson tenía ciertas ambiciones políticas (aspiraba a ser presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos) por lo que conseguir un éxito sonado en su carrera era importante para él. Tenía a Göring y a algunos jerarcas más, pero quería a más. Más tarde, durante el juicio, conseguiría cierta notoriedad pública por llevar a supervivientes de los campos a los juicios y por explayarse en relatar los casos más duros.
Es un violinista. De hecho, es un violinista bastante conocido antes de la guerra. Ha dado conciertos como solista de violín en los mejores escenarios de Europa. Su trayectoria musical se vio frenada, pero no detenida, tras la llegada al poder de los nazis. Oficialmente no le impedían las actuaciones, pero le llamaban menos. La razón de ello era su mujer, Frida, de origen judío. Si bien en los primeros años no era delito estar casado con una judía, la verdad es que la jerarquía nazi no lo veía con buenos ojos. Frank Weber tenía confianza en su talento y creía que por muy villano que fuera un gobierno, nunca iría contra la música. Se equivocaba.
Frida fue detenida en 1938 y llevada al campo de Buchenwald, pero el destino de Frank Weber fue diferente porque su nombre era conocido por Goebbels y queriendo impresionar al fuhrer le hizo hacer algunas representaciones primadas para los dirigentes nazis. A cambio, le prometió que su mujer quedaría bajo su protección y que su internamiento sería más llevadero. Así pasó la guerra, esperando que su mujer no estuviera mal del todo (¡se oían muchas cosas!) y dando conciertos privados en algunas reuniones nazis (siempre que Goebbels quisiera impresionar a alguno de sus compañeros de partido). Ha tocado en muchos sitios y estado en muchas partes, incluyendo París, en el "nido del Águila de Austria e, incluso, en su último concierto, en el búnker bajo la cancillería del Reischtag. En las múltiples fotos de aquellas reuniones es fácil reconocerle porque es el único que no está sonriendo.
Oficialmente le hicieron capitán de las SS, pero todo fue una broma de Himmler que quería sacar de sus casillas a Goebbels. Decía que nadie podía estar ante Hitler sin ser oficial de las SS. Nunca ha ejercido como capitán ni ha tenido ningún mando, pero, oficialmente, consta como tal en los registros de las SS.
Si bien Weber no estaba en una posición de responsabilidad, sí que tenía acceso a suministros y víveres que no estaban al alcance de todos los alemanes. Eso le permitió llevar una vida mejor que la de sus vecinos (lo que suscitó ciertas envidias), pero también le permitió ayudar a algunas familias a las que pasaba mantequilla o harina cuando podía. Weber es una persona de buen corazón y esperaba que si él se portaba bien en Berlín, alguien estuviera haciendo lo mismo por su mujer en cualquier otra parte.
Cuando llegaron los últimos días del fin del Reich de los mil años, Goebbels se olvidó del que había sido su entretenimiento y no volvió a llamarle. Los últimos días de Berlín fueron muy duros y en una de sus salidas a buscar comida, le encontró uno de los "correos" del Alto Mando y este, creyendo que estaba ante alguien con autoridad le medio obligó a meterse en un coche y juntos salieron de la ciudad. Weber no quería marcharse de su casa (aunque estaba medio derruida), había dos motivos para ello: tenía la esperanza de que Frida iría allí a buscarle y tenía a una joven escondida en ella (la joven estaba buscada por la Gestapo). El correo, por su parte, tenía necesidad de llevárselo, porque con un jerarca nazi no le acusarían de deserción si le pillaban huyendo de París. Weber se dejó llevar (tampoco tenía forma de oponerse porque no se le ocurrió usar su grado de capitán) y salieron de Berlín y fueron capturados por las vanguardias británicas. El correo, contento de ser detenido por los británicos y no por los rusos, se mostró agradecido y le contó a los británicos que llevaba a uno de los miembros de círculo interno de Hitler. No sabía cuál era su responsabilidad, pero siempre estaba por allí, afirmó. Los británicos comprobaron su identidad y vieron que estaba en la lista de las SS.
Weber afirmó que era violinista y que tenía que volver a Berlín para esperar a su mujer. Le preguntaron quién era su mujer y tras explicarlo (y sin creerle mucho) le contaron lo de los campos de exterminio y que habría muerto hace años. Weber no les creyó, pero, poco a poco, fue oyendo cosas a otros prisioneros de las SS con los que estaba y a sus carceleros y se fue convenciendo de la verdad. Su mujer debía haber muerto y el maldito Goebbels le había estado engañando todo este tiempo. Tras varios meses en el campo de internamiento, fue trasladado a Nuremberg para su juicio, pero a Weber eso ya le da igual.
Frida antes de la guerra
Frida no fue detenida por ser judía (aunque lo era), sino por sus opiniones sobre el régimen nazi (que no eran buenas) y por la denuncia de una de sus vecinas que la acusó de ser una comunista. La investigación no hubiera ido más allá de la denuncia y la advertencia no sutil de la policía; estaba casada con un ario y aquello le hubiera salvado, sino fuera porque Goebbels vio su oportunidad de hacerse con los servicios de un violinista privado. Frida toca el chelo (y muy bien también), pero incluso para Goebbels meter a una judía en las reuniones nazis hubiera sido excesivo. Movió sus hilos y Frida acabó internada en Buchenwald, que si bien no era un sitio agradable, no era un campo de exterminio sino de trabajo. Además, haber sido enviada por Goebbels, en vez de por la Gestapo o por la SS, le daba cierto trato especial que acabaría haciendo la vida más soportable en los primeros días de estancia. Goebbels, a pesar de sus promesas, nunca se interesó por ella.
En Buchenwald, Frida descubrió que había aprendido muchas cosas de su padre, relojero, y pronto estuvo en la línea de trabajo que montaban los detonadores de algunas bombas de artillería. Su trabajo era tan bueno, que pasó a ser una especie de maestra de las otras residentes del campo. Su valía la hizo sobrevivir.
Cuando los estadounidenses liberaron el campo, ella junto a las supervivientes fueron alojadas en hospitales y residencias donde se las trató para que se recuperaran. Frida había sido afortunada, pero aun así, tenía algunas enfermedades que necesitaban tratamiento. Aún está en uno de estos hospitales, esperando que le den el alta para poder averiguar qué ha pasado con su marido. Lleva seis años sin verle, el mismo que lleva sin tocar el chelo. Los soldados americanos le han conseguido un chelo (por lo visto había uno en el campo) y aunque sus dedos ya no son lo que eran de tantas bombas, algunas tardes de Weimar se puede escuchar sus tristes melodías.
Frida no sabe que su marido es prisionero de los estadounidenses. En principio porque las autoridades estadounidenses no están aireando mucho lo del juicio para evitar incidentes y porque los periódicos (y el papel) son un bien escaso y Frida casi no los lee. Se contenta con las informaciones generales que comentan las enfermeras y otras pacientes. Todas están preocupadas por la posible división de Alemania entre los vencedores (no ocurrirá durante la partida).
Los personajes jugadores pertenecen a la policía militar que ha sido destinada a Nuremberg para dar asistencia a los jueces y fiscales y para proteger todas las instalaciones. Es un trabajo aburrido la mayoría de los días y, sobre todo, un destino que les impide volver a casa. Es posible que los personajes fueran combatientes que sacaran de su unidad y los destinaran allí (lo que probablemente afecte a su ánimo). Puedes ser combatientes experimentados. No tienen problemas de moral porque la guerra ha acabado y están vivos y, en el fondo, en Estados Unidos no les espera ningún trabajo (ni familia porque el mando ya eligió a los soldados sin familia para quedarse un poco más en Europa).
Si quieres pueden ser soldados británicos destinados también a Nuremberg (aunque, entonces, deberás cambiar al fiscal del caso). Si son británicos, pueden haber ido a casa y estar de vuelta y pueden tener familia. Lo que no pueden ser son soviéticos. La partida perdería algo de tensión en algunas escenas si son soviéticos (cuando vayan a Berlín, si van).
A partir de la presentación y la explicación del caso y, si son aplicados, una visita al tal Weber en la cárcel, los personajes tendrán un documento de fiscal dándoles autoridad para la investigación (una especie de multipase) y la decisión de ir dónde deseen. Su objetivo es encontrar pruebas que relacionen a este SS con los crímenes más abyectos cometidos por el régimen nazi. Esto debe quedar claro antes de embarcarse en la búsqueda. También deben tener claro que no hay prisa. El fiscal puede juzgarle dentro de varios meses, aún se tiene que celebrar el juicio de Göring (¡y durará más de 200 días!).
En los siguientes puntos te explicaremos algunos lugares que tus personajes sugerirán y lo que allí encontrarán. Es bastante probable que se les ocurran más cosas, pero esperamos que con la información facilitada puedas improvisar esas nuevas escenas.
Por otro lado, ten muy presente la atmósfera de Europa (y en concreto Alemania) tras la guerra. Se acerca el invierno y todo está destruido: las casas, los campos y, sobre todo la moral. Los alemanes están avergonzados de lo que ha pasado, humillados por la derrota y, sobre todo, asustados por el futuro. Sus casas están en ruinas y si no lo están, se las han requisado para los conquistadores; no hay comida y depende de los repartos Aliados para conseguirla o del mercado negro a unos precios prohibitivos. Todo es gris, todo está lleno de polvo, todo es triste; esa amargura debe inundar tus descripciones y a los personajes casuales que se vayan encontrando. Los niños juegan en silencio y mirando temerosos a cada lado cada poco tiempo.
¡Vamos con ello!
Las tropas Aliadas han habilitado una antigua prisión nazi para encerrar a los prisioneros que se van a enfrentar a los juicios. Está previsto que desde allí sean llevados a los tribunales por la mañana y de vuelta a la cárcel por la noche. No hay mucha distancia. El sitio es espartano y las reparaciones en techos y estancias han sido mínimas (lo necesario para asegurar que no se iban a escapar). Salas pequeñas y frías.
Este es el prisionero más importante de la cárcel (para los PJ). Su actitud será siempre distante y silenciosa y no responderá ninguna pregunta. Quiere morir, pero no tiene el valor de matarse. Si le golpean, no se defenderá, pero no hablarán.
Nota: los PJ recibirán una reprimenda si maltratan al prisionero. Esos no son los métodos de la justicia Aliada.
Solo cambiara su actitud en algunas circunstancias:
- Si le liberan, se le iluminará la cara, pero seguirá desconfiando de la autoridad. Supondrá que es una trampa como la que le hicieron antes los nazis.
- Si le preguntan por la niña de Berlín. Les pedirá que no la maltraten. Es una huérfana que no tiene la culpa de nada.
- Si le enseñan una foto de Frida, tratará de apropiarse de ella por la fuerza y si le dicen que está viva romperá a llorar, dará las gracias y se mostrará más colaborador, incluso contará su historia.
La fotografía en la puerta de Göring
Este es el personaje más importante de la prisión (salvo para los PJ) y para verle necesitarán un permiso especial del juez (lo pueden conseguir sin problemas, solo con pedirlo). Göring es un pomposo y les recibirá como si les estuviera concediendo un favor. Ni que decir tiene que cualquier incomodidad que se le haga pasar, llegará a oídos del jefe cinco segundos después de que se vayan.
Göring conoce a Weber y les dirá que es un pobre hombre, un buen músico, pero que no tuvo nada que ver con la cúpula nazi. Solo era un entretenimiento para los allí presentes, una mascota. Le extraña muchísimo que no esté libre.
El caso es que Göring está diciendo la verdad, pero acaso no es lo que diría un fiel nazi de aquel que considera su mentor intelectual. ¿No mentiría para salvarle?
En la prisión hay otros prisioneros notables. Los agrupamos por su nivel de conocimiento sobre Weber. Tus personajes pueden hablar con ellos, pero no sacarán mucha más información que a Göring (excepto si hablan con Speer):
Saben que Weber era un músico que tocaba en ocasiones en las reuniones del círculo más íntimo de Hitler, pero no saben los motivos para hacerlo. No creen que sea nazi, ni siquiera es del partido
Karl Dönitz (responsable de la kriesgmarine)
Walther Funk (ministro del Reich para la economía)
Gustav Krupp (industrial alemán)
Erich Raeder (ex comandante del Estado Mayor destituido por desavenencias con Hitler)
Joachim von Ribbentrop (ministro de Asuntos Exteriores)
Alfred Rosenberg (ideólogo nazi)
Albert Speer (ministro de armamento y producción)
De todos los prisioneros, Speer es el único que sabe que Weber fue engañado o chantajeado para tocar. Escuchó como presumía de ello con Hitler tras una de sus actuaciones.
Recuerdan a Weber como músico de antes de la guerra, pero no saben que tocaba para los dirigentes nazis con frecuencia ni porque está en prisión con ellos
Rudolf Hess (lugarteniente de Hitler hasta su huida a Gran Bretaña)
Wilhelm Keitel (comandante del Estado Mayor)
Franz von Papen (político)
Hjalmar Schacht (ministro de economía hasta 1937)
Julius Streicher (Editor del periódico Der Stümmer)
Streicher conoce un poco más de la historia de Weber. Sabe que estaba casado con una judía, pero que ella se marchó (no dirá a un campo de exterminio). Podrá sugerir a los PJ que consulten la hemeroteca de su periódico, unos meses antes de la guerra.
No saben quién es Weber ni por qué está en prisión con ellos
Hans Frank (gobernador de Polonia)
Alfred Jodl (militar, ayudante Keitel)
Robert Ley (líder sindical nazi)
Konstantin von Neurath (gobernador de Bohemia y Moravia)
Fritz Sauckel (responsable nazi de la mano de obra reclutada en los países ocupados)
Baldur von Schirach (líder de las juventudes hitlerianas)
Arthur Seyß-Inquart (canciller austriaco que promovió la anexión al Reich).
Es posible que tus personajes se empeñen en hablar con todos los protagonistas históricos, al menos los nombres que más les suenen, pero cuando lleven varios (cuatro o así), el juez les recordará que no están para hacer un reportaje sino para encontrar pruebas.
Quizás los personajes quieran hablar con el soldado correo que le sacó de Berlín y que le identificó frente a los Aliados. El soldado está encerrado en un campo de prisioneros ubicado en Luxemburgo y aunque no están mal tratados, las condiciones no son las idóneas. Comen, pero no en abundancia y están hacinados en un espacio que debería ser para menos personas.
Este es el nombre del correo que sacó a Weber de Berlín. Está muy interesado en colaborar con los Aliados y en mostrar su buena disposición a hacerlo. Lleva toda la guerra haciéndose indispensable para la autoridad y, de esa forma, librarse de un destino peor como el frente. Se ofrecerá a hacer de guía o interprete a los PJ y será un ofrecimiento sincero (no intentará escapar, tampoco tendría dónde). Ni siquiera pedirá nada a cambio, solo estar unos días fuera de allí (y un poco de tabaco si eso). La ayuda de Gudhal puede ser interesante porque él sabe dónde están las cosas en Berlín (sobre todo los archivos).
No sabe quién es Weber, ni sabe qué cargo tenía en el gobierno nazi, pero sí está seguro de que era alguien importante. Vio a los conductores de la policía militar del Estado Mayor traerle y llevarle en muchas ocasiones. Siempre tenía esa cara triste, pero todos le trataban con respeto como si su grado de capitán fuera mayor.
¡Claro que sabe dónde vive! Lo recogió allí antes de sacarlo de Berlín. Esto es mentira, Ernst solo intenta agradar, pero sí sabe quién lo sabe. Si le preguntan la dirección, les dirá que no la encontrarán, que la calle ha desaparecido entre los escombros. Puede llevarles al barrio, pero antes de salir tiene que pedir a alguien que guarde sus cosas (irá a preguntar al soldado). Si le pillan o le sonsacan confesará que hay más soldados del Estado mayor en el campo, dirá que hay dos: un soldado y un sargento:
El soldado confirmará que Weber era alguien importante dentro de la jerarquía nazi, pero no sabría decir cual eran sus responsabilidades. Nunca pedía nada y nunca ordenaba nada. Le llevó muchas veces a su casa y puede indicarles la dirección
El sargento confirmará que Weber era músico y que tocaba en algunas reuniones de Reich. Tenía rango de capitán de las SS, pero nunca lo utilizó delante de él.
Una forma de presentar a estos dos personajes es que Ernst esté con ellos cuando le llaman para hablar con los PJ y que estos le vean levantándose de unas maderas o sillas improvisadas cuando el celador le llama a gritos.
Berlín no es un destino turístico estos días
La casa de Weber no está destruida, pero sí bastante dañada y una de las paredes ha desaparecido. Si había muebles en la habitación a la vista, alguien los ha hecho desaparecer hace tiempo. Solo queda el papel pintado arrancado en algunos trozos y parcialmente pegado en otros.
Nota: aunque aún no ha estallado la Guerra Fría (oficialmente), Berlín no deja de ser territorio soviético. Ya está repartido en zonas de ocupación, pero los soviéticos siguen estando por toda la ciudad. Uno o dos vehículos estadounidenses llamarán la atención y podrán tener algún encontronazo con alguna patrulla. La carta del juez de Nuremberg les permitirá pasar, pero si la acompañan con algunas sonrisas, algún paquete de tabaco americano y/o una botella de burbon de Kentucky (o güisqui escocés sin son británicos) habrán ganado algunos amigos que les encantará ser de ayuda. Si Ernst va con ellos y ve la botella, se pasará el resto del viaje preguntando cuando van a probarla.
Más allá de la zona destruida, aún queda algo de la casa. Dos habitaciones, una cocina y un baño sin agua, aunque un barreño medio lleno en él podría indicar que los desagües aún funcionan. Hay algunos enseres, pero no muchos: ropa de cama, un par de mantas roídas, una estufa de acero (con ceniza). Si revisan los muebles, encontrarán en un cajón una fotografía de Weber y Frida en un parque (es un parque de Berlín antes de la guerra, pero es dudoso que los personajes puedan reconocerlo). Está claro que antes tenía un marco, pero ahora solo queda el cristal (que alguien ha tratado de arreglar) y el cartón posterior. El marco debía ser de plata y ha desaparecido, pero quién lo hizo tuvo cuidado y no arrancó la foto.
Escondida en la alacena de la cocina (un armario bajo previsto para el carbón) está escondida Maria Bolda. Es una huérfana que se quedó sin casa y sin familia en un bombardeo en 1944. Weber la recogió de la calle y la acogió en su casa. Que tus personajes no piensen mal porque es una niña. Lleva escondida desde que Weber desapareció (no volvió tras salir a comprar) y desde que los rusos llegaron a la ciudad. Es afortunada (aunque no lo sabe) porque no fue descubierta por la primera oleada de cosacos que llegó a Berlín. Las tropas soviéticas que llegaron después fueron un poco más respetuosas y con los meses, las mujeres se atrevieron de nuevo a salir a la calle. María ha estado haciendo escapadas (muerta de miedo) para conseguir comida, pero espera que Weber vuelva.
Los personajes podrán hablar con algunos vecinos de Weber quienes no tendrán palabras amables para él. Les dirán a los PJ que era un estrecho colaborador del régimen nazi (hablar mal de los nazis como si ellos no lo hubieran sido nunca era algo habitual). Siempre venían a buscarle en coche oficiales y los soldados le saludaban al llegar y al marcharse como si fuera un oficial. No saben cuál era su cometido porque Weber no hablaba mucho, pero estaba claro que había olvidado su violín (sí sabían que era músico antes de la guerra. ¡Son sus vecinos!), había denunciado a su mujer por judía (de esto no tienen ninguna duda) y se traía regalos caros de sus amigos nazis.
Nota sobre el violín: el violín de Weber era muy bueno, de los carísimos, y fue una de las primeras cosas que le requisó Goebbels cuando empezó a tocar para ellos. El violín estaba en el despacho del líder nazi y solo se lo prestaba para las actuaciones.
Nota sobre los vecinos: interprétalos como personajes ricos y envidiosos que han visto como toda su vida de comodidades ha desaparecido y tratan de buscar culpables.
En número más reducido que los anteriores, algunas personas contarán a los PJ que Weber les ayudó en todo lo que pudo y que en los duros días del invierno del 44, trajo mantas, trajo manteca, harina, incluso leche y dulces para los niños. Esta gente afirmará que si sobrevivieron fue gracias a sus regalos. Nunca pedía nada a cambio y si le preguntaban por qué lo hacía, siempre respondía: "Espero que allá donde esté haya alguien haciendo lo mismo por Frida".
Nota: casi todos estos vecinos amables pertenecen a la clase baja del barrio: obreras de fábricas, sirvientes en las casas de los vecinos horribles antes de la guerra, lavanderas y, en general, mujeres cuyos maridos estaban en el frente durante esos años (si no habían muerto). Su agradecimiento por Weber es sincero y los PJ se ganarían algunos puntos si les ayudan con algunas de sus raciones. Tienen pinta de necesitarlas más que ellos.
Al final de la Segunda Guerra Mundial y ante la dificultad de encontrar a los parientes si la casa era bombardeada, los soldados que volvían de permiso o sus familias dejaban notas entre los ladrillos de la casa. Siempre en sitios accesibles, pero no a la vista. Es posible que los jugadores lo sepan y se les ocurra mirar, pero si no, nárrales alguna escena al principio de la partida en la que ven a una mujer dejando un papel o mirando uno. Si llevan guía o les preguntan, sabrán que son mensajes para los familiares con los que se ha perdido el contacto.
En la casa de Weber hay una nota de Frida que dice: "Estoy en Weimar internada en un hospital, pero estoy bien. Saldré pronto. Frida." la letra no parece femenina, pero tiene una explicación. Frida le pidió a una mujer a la que le habían dado el alta que pasara por su casa y avisara a su marido (si seguía vivo que Frida no lo sabe). La mujer se acercó, vio la casa destruida y dejar la nota fue lo que se le ocurrió para cumplir con el deseo de su compañera de cautiverio. Si quieres ponérselo más fácil a tus jugadores, haz que la prisionera liberada se pase de vez en cuando por la casa y que coincida con los PJ. Si les oye preguntar por Weber a los vecinos, ella les dirá que sabe dónde está su mujer.
Encontrar a la mujer de Weber es importante para conseguir que colabore, pero no les creerá hasta que la vea.
Así quedó el Reichtag
Aunque no se almacenaba la información directamente en el Reichtag, no hemos podido resistirnos a sacarlo en esta partida con tantas personalidades históricas. Está muy destruido, fue uno de los últimos lugares en caer, y muy ocupado por los soviéticos que lo consideran su trofeo personal. Son muchos los que se acercan en cualquier momento para ver si pueden llevarse algún recuerdo. Hace mucho que no queda ninguno.
El edificio es enorme y bajo él hay varios sótanos y pasadizos que comunican unos edificios con otros (incluso con el búnker de Hitler que los PJ podrán visitar si lo desean). Los alemanes eran bastante metódicos y guardaban información de casi todo lo que hacían y, en especial, de las cuestiones militares. Gran parte de esa información podría estar aquí.
La principal dificultad para acceder al Reichtag es el celo soviético. Una cosa es pasear por la ciudad y otra husmear por los pasillos interiores. Podrán convencer a la autoridad rusa pertinente si le enseñan la carta del juez y le explican que necesitan pruebas para condenar a un nazi (eso le parecerá bien al oficial), pero si le dicen que quieren liberarlo, entonces, me temo que no les dejará pasar. "No hemos hecho la guerra patriótica para ahora dejar libres a esos cerdos." No le convencerán de lo contrario. Podrían ignorar el protocolo y conseguir que algunos soldados soviéticos (vía cigarrillos y burbon) les hicieran de guía para buscar esa información. Si intentan entrar por las bravas (o sigilosamente) les obligarán (o invitarán) a salir y les amenazarán con matarlos si les vuelven a ver: "Berlín es una ciudad muy peligrosa".
Nota: es raro que los soldados soviéticos, incluso el oficial, sepan inglés, así que si uno de los personajes sabe ruso (o quizás consigan un intérprete), mejor.
En la cancillería hay papeles bastante incriminatorios contra Weber:
- Está su nombramiento como capitán de las SS. En dicho nombramiento (y manuscrito por el propio Himmler) hay un comentario muy elogioso sobre el gran valor que Weber tiene para el Reich. El documento es oficial, pero como hemos comentado, fue una broma absurda del líder de las SS hacia Goebbels.
- También hay un registro de todas sus pagas desde el momento del nombramiento hasta pocas semanas antes de la guerra (¡varios años!). Las pagas no están firmadas por Weber, sino que un funcionario ha anotado en ellas que se ceden íntegramente al fondo de ayuda a la guerra. ¡No solo trabajaba para los nazis sino que les daba todo su sueldo para comprar armas y construir vehículos!
- Y hay un registro de todas sus visitas a la cancillería y a los demás lugares donde tocó para Hitler y su camarilla. En el registro no pone lo que hacía en las reuniones, solo que asiste y que se lleva (y luego devuelve) el objeto YB-2023. Visto así parece un arma secreta nazi.
Nota: el YB-2023 es el violín de Weber (devolvérselo hará que confíe en ellos). Si rastrean ese objeto en los archivos lo encontrarán entre los archivos de Goebbels. No se lo ha llevado nadie aún porque está guardado en una caja y cubierto de papeles (solo lo de YB-2023 en un lateral delatará su presencia).
Descubrir todo lo que hay en los archivos les llevará varios días intensos. Cada día tendrán que encontrar la forma de entrar en las instalaciones (salvo permiso del oficial soviético, claro).
Der Stümmer era un periódico de propaganda nazi. Su cabecera se podría traducir al español como El Atacante, tenía una periodicidad semanal y estuvo en circulación desde 1923 hasta 1945 (lo que es muy significativo dada la dificultad de encontrar papel en los últimos años de la guerra).
El edificio del periódico está destruido, pero en uno de los sótanos encontrarán copias de los ejemplares publicados. Nadie las está vigilando y dado que están tras una puerta metálica y en un sitio poco accesible por los derrumbes, nadie las ha convertido en llamas en la estufa hasta ahora. Nadie tiene la llave, pero si apartan suficientes escombros, un personaje manitas no debería tener dificultades en abrirla (y si no, un disparo).
Tardarán un día en despejar la entrada y otro en buscar entre los periódicos. Allí podrán hacerse una idea de la historia de Weber antes de la guerra y sabrán que no era un músico cualquiera sino uno de los grandes violines de Alemania (o del mundo). Sin embargo, a partir de determinada fecha, el Der Stümmer empieza a criticar a los alemanes casados con judíos y a señalar a Weber como un ejemplo a evitar. El talento, dicen los artículos, no debe mezclarse con sangre sucia. El último artículo en el que mencionan a Weber asegura que se ha separado de su mujer y que vuelve a ser reconocido como el gran artista que siempre ha sido.
Situada en una casa bastante amplia, de varias alturas y respetada por la guerra (posiblemente por estar fuera de la ciudad), el hospital se ha convertido en el refugio de cientos de mujeres que han sufrido lo indecible en el campo de trabajo cercano (el de Buchenwald). Frida no estaba mal físicamente, pero había contraído una enfermedad persistente (quizás un tifus complicado) y no paraba de toser y de vomitar, lo que la había debilitado mucho. Ahora está mucho mejor y todos en el hospital la conocen porque es la que toca el chelo algunas tardes. Su sonido es como un remanso de paz entre tanto dolor.
Encontrar a Frida no será difícil. Estará en su habitación y se sorprenderá mucho de ver a los PJ, pero no se asustará. Reconocerá los uniformes y sabrá que no son alemanes ni rusos. Frida habla inglés (con dificultad) y podrá responder a las preguntas de los PJ. Le angustiará mucho saber que su marido está prisionero en Nuremberg y pedirá que lo lleven a verlo (el médico permitirá el viaje si alguno de los PJ es médico o si consiguen alguno para ello). Frida les dirá que es imposible que Weber ayudara a los nazis por su propia voluntad y que cualquier acusación que tengan contra él es un error (o una mentira, pero eso no lo dirá). Frida se llevará el chelo.
Si los personajes tratan de hacer que confiese que fue bien tratada en el campo a cambio de los "trabajos" de su marido, se cerrará en banda y no querrá escucharles y no les acompañará, pero ahora que sabe dónde está su marido moverá cielo y tierra para reencontrarse con él. Incluso hablará con periodistas americanos e iniciará una campaña a su favor (algo que no gustará al fiscal).
El final feliz es que los personajes demuestren al fiscal que Weber es inocente, que se vio obligado por las circunstancias a tocar para los nazis creyendo que así salvaba a su mujer. Su mujer sobrevivió (no gracias a los nazis), pero él creía que le habían engañado y estaba muerta. Si el fiscal acaba convencido, lo liberará y la pareja podrá volver a reunirse después de tantos años. Quizás toquen el chelo y el violín juntos después de tantos años y su música arrancará lágrimas incluso de los presentes más endurecidos por la guerra.
El final menos feliz es que los personajes se pueden conformar con las pruebas circunstanciales de los archivos, los testimonios de algunos testigos y soldados y presentar un caso sólido al fiscal. Este le incluirá en la lista de acusados de Nuremberg, pero su juicio se irá retrasando al no encontrar un grupo de acusados en el que incluirle. Los personajes no se enterarán de su destino porque serán licenciados y podrán volver a casa, pero el juicio nunca se celebrará y cuando Robert H. Jackson se marche de Alemania, su sustituto le liberará. Cuando Weber salga de la cárcel, su mujer habrá muerto y el chelo y el violín nunca volverán a encontrarse. Quizás sea el momento de poner ("Doble concierto para violín, violonchelo y orquesta Op. 102 " de Brahms ) para que tus personajes sepan lo que se han perdido.