Número: 159. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
ETIMOLOGÍA: Sin significado propio.
En una hondonada el olor a muerte lo impregna todo. Allí, entre un grupo de arbustos, los restos de un animal irreconocible yacen medio comidos. Sobre ellos algún animal ha defecado. Se trata de una manada de brakos que merodea desde hace semanas por la zona. Cuando acaban con sus victimas defecan sobre sus cadáveres para impregnarlas con su olor y evitar que otras criaturas se los roben.
Dicen, que los ogros del norte son capaces de doblegar estas criaturas con la fuerza bruta, pero no aquí, en las tierras de Narava. Aquí muy pocos tienen la voluntad suficiente para dominar a uno de estos animales. En esta tierra los brakos caminan libres, con la única compañía de sus compañeros de manada.
Sin embargo el olor a carne muerta ha atraído a otras criaturas, un grupo de hambrientos urgos de pieles negras, que han descendido de las montañas. Su número ha aumentado y el alimento de sus territorios ya no es suficiente. En busca de un nuevo lugar en el que asentarse, los robustos cánidos se han acercado a donde se alimentan los brakos. Cuando estos se percatan del intruso se ponen alerta, gruñendo al viento que les trae el aroma de sus enemigos.
Los brakos que descansaban recostados se han levantado y se preparan para defender su alimento. De pronto un urgo sale de entre unas hierbas altas y se lanza hacia el primer brako. Eso es el principio de una cruenta y corta lucha por la supervivencia en la salvaje Pangea.
Con una mortal dentellada el brako provoca una profunda herida en el cuello del perro. Una herida que, aunque no mortal en el momento, le costará la vida tan solo un par de días después.
Como activados por un resorte las dos manadas se lanzan una contra otra. Fieros ladridos se mezclan con gruñidos y aullidos de dolor. Esta vez los brakos salen victoriosos, aunque repletos de heridas. Los urgos huyen en busca de otro adversario menos feroz. Mas no es la primera vez que estas dos especies se encontraran en estas tierras. Ambas son depredadores feroces y territoriales, y el aumento de las manadas urgas ha dado comienzo a una fuerte lucha por la supervivencia del más fuerte.
No hay lugar en Pangea para los débiles.
Aunque para las sociedades de Pangea el brako es un tipo de lobo de gran tamaño y aspecto fiero, en realidad pertenece a los creodontos, extintos ya en nuestro planeta. Estas criaturas eran carnívoras, aunque pertenecían a un orden diferente al actual Carnivora. ¿Por qué esta diferencia? Por la colocación de sus molares. Esta característica, que podría parecer en un principio totalmente insignificante, es la muestra de una evolución independiente.
El Hyainailouros sulzeri fue una de las especies de este orden y hubo un tiempo en el que caminó por la superficie de lo que ahora es Europa.