Los Indeseables (V)
Cuatro magníficas bestias en una carrera alocada tiran de un carruaje oscuro que, apenas rozando el suelo, deja tras de sí una densa niebla de polvo. En su interior la figura parece haber crecido desde la última vez. Más fuerte y seguro conforme se acerca a su destino, observa condescendiente al pequeño soldado que se debate con sus propios demonios hundido en un cómodo asiento de terciopelo.
-Señor, no logro comprender como pudimos darlo por alto. Era el más conocido de todos y sin embargo el único que consiguió mantenerse al margen.
-Soldado, los otros son desechos que nadie quiere ver. Los recuerdos del resto de la gente hacia ellos o son inexistentes, o no llevan nada bueno consigo.
-Pero él iba de pueblo en pueblo, trataba incluso con aquellos que colaboran con nosotros.
-Más vale que comprendas que esta gente estará con nosotros siempre que no tengan más remedio. Ahora somos tropas de ocupación. Si se les presenta la posibilidad de mirar a otro lado sin arriesgarse, ten por seguro que lo harán.
-¿Pero de dónde ha salido ése hombre?
-Eso nadie lo sabe. Dice ser cura pero ninguna orden ni iglesia parece reconocerle. No se le conoce familia, ni amigos, ni amantes, nada más allá de ese grupo de indeseables. Parece haberse criado alejado de toda civilización y sin embargo se desenvuelve con la gente como pez en el agua. Tiene una labia que ya la quisieran para sí algunos juristas. Es capaz de insuflar el ardor del combate en alguien que jamás se había planteado combatir.
-De todas formas supongo que todo pasará cuando sea ejecutado.
-No, soldado, es necesario algo más que ejecutarlo. Las gentes de estos lugares nunca se alzarán contra nosotros, pero tampoco nos ayudarán a acabar con ellos mientras el cura siga con vida. Deben saber que está muerto, deben verlo y así comprender que lo único que queda por estas montañas son esos locos que nadie quiere en sus casas.
-¿Por eso acudimos allí?
-Exacto soldado, ése es el plan. Quiero asegurarme de que todos le vean muerto, que sepan que ya no hay nada que ate a ese maldito grupo. Ten por seguro que a partir de ese momento, sin la ayuda de las gentes de las montañas, el resto de indeseables dejará de ser una amenaza.
A través de la ventana del carruaje, el paisaje se le antoja a la figura, pequeño y dócil. Una sonrisa de satisfacción dibuja su rostro mientras, por el rabillo del ojo, ve a un dubitativo soldado intentando creer a ciencia cierta que todo puede acabar en breve.
Ficha del Pare Pere
CUE 4 FUE 2 VIT 3 RES 3
DES 3 AGI 2 COO 3 VEL 2
INS 9 PER 5 INT 7 CON 5
INT 9 MEM 7 LOG 4 INV 5
PRE 10 CAR 9 VOL 10 APA 8
Nivel Social 5
Habilidades (valores sin atributos)
Arriero 4
Artesanía 3
Artesanía (Carpintería) 12
Chusma y canalla 15
Conocimiento académico (Humanidades) 15
Conocimiento académico (Derecho) 12
Correr 9
Dialéctica 15
Don de gentes 12
Falsificar 15
Francés 12
Habilidad escénica (Cantar) 4
Intimidar 15
Lanzar 8
Latín 12
Nadar 8
Observación 10
Pelea 4
Protocolo 15
Saltar 4
Sanar 3
Sigilo 8
Supervivencia 10
Trepar 4
Influencias (Pueblos del Maestrazgo) 8
Influencias (Grupo) 10
Virtudes
Aguante mental
Autodidacta
Buenos contactos
Religioso
Defectos
Código de Honor
Equipo
Ropa de párroco
Manta
Crucifijo
Mochila con papel tinta y pluma
Algunos libros
Aspecto físico
De complexión débil, pelo moreno y ojos marrón claro, tiende a parecer poca cosa. Mas al mirarle con detenimiento parece cambiar: mirada serena e imponente, ademanes solemnes, rostro hierático y voz grave.
Personalidad
En todo momento uno tiene la sensación de estar ante un ser anclado al cielo y la tierra. Nada cuanto ocurre a su alrededor parece hacerle perder los nervios, como si controlara todos sus actos de una forma fluida y natural. Suele hablar de forma pausada pero manteniendo la atención de su interlocutor.