Número: 74. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
"…Aquello resultaba inconcebible. El extraño viajero estaba viajando solo, sin más protección que una pesada capa de piel de ciervo que cubría su rostro y un bastón con extrañas inscripciones. Ortan agarró sus fetiches. Si aquel viajero era un chamán itinerante se llevaría una desagradable sorpresa. Markul, el chamán de su tribu, le había dado a él y a los suyos poderosos amuletos que le protegerían de la magia de cualquier chamán el tiempo suficiente para acabar con él. Ortan y sus dos hombres se plantaron delante del viajero en actitud desafiante."Estás en nuestro territorio, amenazó Ortan. Has de pagar con tus posesiones… y con tu vida". El viajero no hizo otro gesto que descubrirse, dejando ver su afeitada cabeza, tintada con un extraño ungüento de color rojo."Soy un Viajero Rojo, dijo. No quiero ningún mal, dejadme pasar". Ortan había oído algún rumor sobre los extraños vagabundos de cráneo enrojecido, pero pensó que era otra historia de vieja más y no se sintió impresionado. "Por mí como si tu madre se acostó con el mismísimo Oscuro. Al único lugar al que vas a pasar es a la Tierra de los Espíritus". Con un ademán ordenó a sus compañeros el saltar contra el viajero. Este, aunque sorprendido reaccionó con rapidez. Alzó la mano contra uno de ellos, que cayó al suelo retorciéndose de dolor. El mismo Ortan sintió como sus amuletos se calentaban, pero eso no le detuvo. Su otro compañero propinó un fuerte golpe con su maza contra el viajero que, a pesar de conseguir detener el impacto con el bastón, se tambaleó, quedando expuesto al hacha de Ortan. "Ahora es mío". Con un rápido gesto alzó su arma con la cabeza del viajero como objetivo. Nunca llego a completar el golpe. De repente sintió un pinchazo en la pierna y todos sus músculos se agarrotaron al instante para no volver a moverse nunca más…"
A pesar del respeto que inspiran los Viajeros Rojos uno no puede esperar que en sus viajes se encuentren solamente con gente que haya oído hablar de ellos y su labor. Algunas veces pueden contar con la escolta de algún Guardián de la Roca, pero cuanto más se alejan de la Roca Roja más difícil es poder contar con esta protección. Si bien todos los Viajeros Rojos poseen espíritus protectores favorables al Sabio del Desierto muchas veces no es suficiente. Para ayudarles en su tarea de recoger conocimiento el Sabio del Desierto les proporcionó a sus aprendices un singular guardaespaldas, una víbora del desierto. La relación que una a un viajero con su víbora es algo más que la que une a un amo con un animal amaestrado. Durante la ceremonia de iniciación el futuro viajero debe dejar que la víbora le muerda, mezclando sangre con saliva y entrelazando sus espíritus. Para evitar que el Viajero muera por la mordedura de la serpiente poderosos espíritus aliados del Sabio asisten al iniciado y ralentizan el efecto del veneno. Si el iniciado sobrevive tendrá un compañero fiel durante toda la vida del animal y más allá. Todas las Víboras Rojas, al morir, toman la forma de un ibu que continúa protegiendo a su amo. Sin embargo la experiencia de perder a su víbora es bastante traumática para el viajero, volviéndose osco y reservado. Pocos Viajeros continúan con sus vagabundeos después de haber perdido a su víbora, volviendo al poco tiempo a la Roca Roja para asistir al Sabio en su eterna labor.
FUE 5/15, Armadura 3, Iniciativa 20, Alerta 20, Avistar 16, Ataque de mordisco 21, Esquivar 22, Esconderse 18, Coraje 18
El mordisco de una víbora inyecta un veneno de potencia x2. El efecto completo es una parálisis inmediata que solo termina inyectando el correspondiente antídoto. El efecto atenuado produce la inconsciencia durante 10 asaltos.
Aura 6, Fuerza espiritual 16