Número: 54. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Diseñados y comercializados por MecVen (ver página 68 del TCM), los insectos espías son un gadget clásico entre los detectives, aspirantes a espías y toda clase de voyeurs impenitentes. Se trata básicamente de robots diminutos que unen un sistema de grabación audiovisual con la capacidad de vuelo silencioso. El equipo se compone de dos partes: un pequeño transmisor móvil por un lado (el insecto espía propiamente dicho) y una consola de control por otro. Los insectos espías imitan la apariencia de uno real para así mejor pasar desapercibidos.
El insecto espía es capaz de volar a unos 50 Km./h. y de operar durante tres horas seguidas antes de agotar su energía. Además, sus alas están fabricadas en un material fotosensible, por lo que son capaces de recargar la pila que los alimenta en apenas una hora. Por sí solo, su transmisor/receptor tiene un alcance máximo de 5000 m., aunque también puede transmitir y recibir órdenes a través de la esfera de datos local, incrementando de este modo el alcance hasta el nivel planetario (siempre que haya una red inalámbrica local a la que pueda conectarse, claro).
El precio de mercado del insecto espía asciende a 1200 estándares; un juguete bastante caro, sobre todo considerando que en bastantes planetas esta cifra puede llegar al doblarse debido a que su uso es ilegal o está restringido a las fuerzas policiales. Se rumorea que MecVen también fabrica una versión militar dotada de mayor autonomía para el uso de los Grupos Exo, aunque probablemente se trate de un bulo con fines comerciales.
Mecánica
La consola hace doblete como registro de grabación y unidad de control del insecto. Desde allí se puede hacer que se mueva prácticamente en cualquier dirección y, por supuesto, el insecto espía es capaz de fijarse en casi cualquier superficie metálica gracias a un sistema magnético, incluso a los techos. El insecto espía se maneja con la habilidad de Robótica.
Por supuesto, el uso de un generador de ruido blanco (GRB, ver página 69 del TCM) anula por completo a los insectos espías, cuyos receptores dejan de funcionar hasta que salgan del área de efecto (lo que deja ciego al "piloto" que lo maneja). Evidentemente, el efecto de una granada PEM los destruye definitivamente.
Reconozcámoslo, a todo el mundo le gusta espiar a los demás, ya sea para conocer sus más íntimos secretos, para saber lo que hacen cuando creen que nadie les observa o para hacerse con información importante. El llamado matamoscas es la respuesta a la plaga de insectos espías que existe en algunos planetas en donde éstos pueden ser adquiridos de forma legal.
Al igual que el fenómeno que se pretende neutralizar, el matamoscas adopta la forma de un robot muy pequeño de aspecto insectoide. Sin embargo, a diferencia de éste, el matamoscas sí que es un auténtico robot controlado a distancia por una IA centralizada en una consola/cargador.
Fabricado por la división de guerra electrónica de la Megasigmar Inc. (responsable también del Lubrimolador y el lanzallamas Inferno), el matamoscas se fabrica en un elegante color negro y ha sido dotado del típico aspecto alargado y elegante que tienen muchas clases de insectos cazadores. Bajo su vientre se esconde una luz negra que se enciende cuando el matamoscas se acerca a menos de un metro de un ser orgánico, de modo que sea claramente visible y nadie pueda pisarlo o romperlo por error.
El robot matamoscas tiene una única función: patrullar un recinto en buscas de dispositivos de escucha, incluidos por supuesto los insectos espía que dan razón a su existencia. Los matamoscas patrullan incesantemente el territorio que se les haya asignado, normalmente una habitación concreta, un domicilio particular o una planta de oficinas. Si en algún momento detecta la presencia de un dispositivo o de un insecto espía, la IA que controla el matamoscas abandona la rutina de vigilancia y pasa al modo de caza. Persigue al insecto espía, se coloca sobre él y lo destruye mediante un micropulso electromagnético.
El precio de un matamoscas varía en función de cuánto alcance tenga la consola y cuántos de ellos controle la IA simultáneamente. Lo habitual es que una consola controle entre dos y ocho matamoscas. Normalmente solo la mitad están patrullando mientras la otra mitad permanece en la consola recargando su pila.
El precio de un equipo matamoscas es de 100 estándares por cada 10 metros de alcance, más otros 600 estándares adicionales por cada matamoscas controlado por la consola.
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Una consola de pequeño tamaño controla a los matamoscas. Pueden volar a unos 50 Km./h., la misma velocidad que un insecto espía (de hecho, los ingenieros de la Megasigmar Inc. han copiado bastante del diseño original de MecVen; el caso está actualmente en manos de los tribunales). Las patrullas de matamoscas suelen trabajar por turnos, regresando regularmente a la consola para recargarse al tiempo que otro despega. Si, por lo que sea, en algún momento la IA controladora pierde el contacto con uno de sus matamoscas, hace despegar inmediatamente a otro y lo envía a la última localización conocida de su "compañero". En realidad, la IA puede ser programada con varios niveles de "agresividad", cada uno con un patrón de respuestas diferente.
La IA controladora tiene una habilidad de Robótica 20. Se usa esta habilidad en cualquier conflicto que pudiera surgir y en la que ésta esté involucrada (persecuciones matamoscas-insecto espía, tiradas opuestas de detectar-esconderse, etc.). Por cada matamoscas adicional por encima del primero que la IA esté controlando sufre una penalización de +2 a todas las tiradas.