Número: 219. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Antes de que empezásemos a convertir Eriloe en una ambientación para el Sistema Sombra, Sergio Jurado creó una clase de personaje jugable de muerto viviente para el sistema D20, que era el que inicialmente usábamos en este mundo de juego (05451 ). Con el paso al Sistema Sombra, estaría bien tener disponible también personajes muertos jugables, como dos de los pnjs de la aventura que aparece en este mismo número de la revista, «La Casa de la Soga» (21982 ).
Ilustración «Wesnothlich-variation» por Basquetteur (2012) se publica con licencia Creative Commons Atribución - Compartir Igual 3.0
Lo primero que cambia con respecto al artículo de Sergio es que en el Sistema Sombra los muertos serán considerados una raza o especie, no una clase de personaje. Además, no solo pueden ser humanos, sino también de otras razas con sangre humana: semielfos, semiorcos y humanos oscuros.
Por lo demás, comparten la descripción que se les daba en el artículo de Sergio: número reducido, difíciles de distinguir de otros muertos vivientes, tienen algo pendiente cuando son resucitados por otro muerto que les abandona a su suerte y no recuerdan quiénes fueron.
Para crear un personaje muerto haremos las tiradas de características y atributos como con cualquier personaje normal, aplicando los bonificadores raciales según la especie con la que nacieron, otorgando niveles en habilidades, etc.
Una vez terminado el personaje normal, aplicaremos los bonificadores a características y atributos del personaje muerto.
Características: +1 a Cuerpo y Destreza, -1 a Inteligencia y Presencia.
Atributos: +2 a Fuerza y Agilidad, -1 a Memoria y Apariencia.
En caso de que al aumentar los atributos estos alcancen la puntuación de la característica relacionada, no la superarán.
Además, los personajes muertos aumentan en 1 la puntuación de bonificación al daño y de iniciativa primaria. Su carne muerta cuenta como una armadura natural de 5 en todas las localizaciones contra todo tipo de armas y daños, excepto punzantes, para las que la armadura es 8, y el fuego o el ácido, para las que la armadura es 1. Los muertos pueden ver en la oscuridad y sus puntos de vida se calculan multiplicando la Resistencia por 4.
Con tantas ventajas, ¿quién no querría que su personaje estuviera muerto, quién no lo elegiría?
Para empezar, la Dirección de Juego puede y debería limitar la cantidad de muertos a uno por grupo de juego, como mucho. Quizás, menos.
Pero además, todos los personajes muertos poseen el rasgo… bueno, Muerto. Este rasgo implica que tendrán un grado más de dificultad a multitud de tareas. Para empezar, por su aspecto físico, a la mayoría de interacciones sociales con casi cualquiera. Deberán ocultarse constantemente, pues su naturaleza intrínsecamente mágica y peligrosa aterrorizará a todo el mundo. No tiene recuerdos personales de su pasado, lo que podría acarrear ese penalizador en TAs de habilidades de conocimientos teóricos. En cuanto al uso de hechizos, los recuerda aunque no sepa cómo los aprendió; sin embargo, no podrá utilizar los relacionados con curación, regeneración, purificación…
Como veis, no es ninguna gracia llevar un personaje muerto, más allá de las oportunidades interpretativas que dan la búsqueda de su pasado y la manera en que afronte su propia naturaleza. Aunque, como dice también Sergio, un muerto bárbaro será un enemigo difícil de batir…