El sol se coló entre los dos farallones rocosos que custodiaban la entrada e incidió sobre el ventanal de cristal espejado del rosetón. Una fina luz amarillenta se dibujó en el suelo y con el devenir de los latidos se fue agrandando hasta caso cubrir una de las oscuras baldosas. Con la misma rapidez menguó hasta desaparecer entre las admiraciones quedas de los espectadores
—¡Venga! ¡Ya! El espectáculo ha terminado por hoy. Sigamos trabajando que tenemos sacar una revista…
Los contenidos de este número 175 son: Sigue leyendo