Número: 217. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
Casi en el límite sur del reino de Cargrum te encontrarás en tu camino con el Bosque del Viejo, el camino lo rodea, lo que es sensato, pero en sus primeros árboles parece que se adivinara un sendero que otrora lo atravesara. No lo sigas, viajero, hazme caso.
Cuentan las historias que el Bosque del Viejo recibe el nombre por su único habitante conocido. Se dice que era un elfo amante de la naturaleza que vivió incluso más tiempo que el habitual para su especie. Se consideraba a sí mismo el dueño y señor del bosque y trataba mal a cualquiera que osara cruzar sus fronteras. Se dice, que en cierta ocasión, incluso se enfrentó a un destacamento de las fuerzas reales de Cargrum. ¡Y les derrotó! Pero es que su verdadero poder estaba en las criaturas del bosque que parecían obedecerle. Se cree que el Viejo ha muerto porque hace tiempo que nadie sabe de él.
Se dice que su longevidad residía en un extraño árbol cuyas raíces bajaban por las quebradas de la costa hasta sus mismísimas profundidades. Dicho roble aún se puede ver si pasas por la zona en barco y las nieblas (por otro lado bastante abundantes) no lo ocultan. En algunas noches, el roble parece brillar con luz propia y algunos navegantes no advertidos, lo confunden con alguna luz de guía de un puerto y encuentran un aciago destino en las traicioneras quebradas del acantilado. Se dice que las raíces del árbol se beben el alma de los caídos.
Si no tienes más remedio que entrar en bajo sus árboles, ten cuidado de no dañarlos, ni siquiera recoger las ramas caídas y, mucho menos, para hacer un fuego en una fría noche. El bosque te observa, no tengas dudas y algunos supervivientes aseguran que los mismos árboles se mueven para atacar a los intrusos. Hablan entre ellos con lenguajes de crujidos y soplar de hojas y malévolas bellotas tienen una endiablada puntería.
Todos los animales del bosque están acostumbrados a su oscuridad casi permanente y sus ojos son grandes y se ven rojos en las tinieblas. El problema es que uno nunca sabe si lo que hay detrás de esos puntos rojos es una inocente ardilla o un temible oso, o si son varios animales o una poderosa araña gigante. Pocos son los que aseguran haber sobrevivido a un encuentro con las criaturas del bosque, pero sí hay muchos que aseguran haber visto desde su linde corzos de color blanco con enormes cuernos. De hecho, el intento de cazarlos ha llevado a la perdición a más de uno.
Y sin embargo, el secreto menos conocido del bosque es que en su interior se encuentra uno de los pocos restos que quedan de la Guerra de los Portales, un lugar que aún emite la vieja magia primigenia por la que algunos locos se internarían en el bosque. El Viejo mencionado, probablemente, era su último guardián.