Número: 38. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
La ocupación alemana de Polonia abrió las puertas a la ejecución de uno de los pactos secretos del Tratado nazi-soviético firmado pocos meses antes. En dicho trato, se autorizaba a la Unión Soviética la captura de ciertos territorios en la Europa Oriental: los tres países bálticos, parte de Polonia, parte de Rumania y parte de Finlandia. No todas las conquistas fueron incruentas como pudiera parecer, pero el soldado ruso que participó en ellas se diferenciaba mucho del soldado que, más tarde, pondría de rodillas la maquinaria bélica alemana.
En realidad, la Unión Soviética partía con cierta ventaja frente a los ejércitos ingleses y franceses. Se consideraban una nación nueva que no tenía ninguna lealtad con su pasado y, además, su ejército había resultado derrotado en la Primera Guerra Mundial. En cierta medida, estaba en la misma situación que Alemania para desarrollar nuevos conceptos militares y haber desarrollado un ejército moderno. Inicialmente, las doctrinas comunistas hicieron pensar que era posible un ejército sin mandos militares, pero la realidad de la guerra civil rusa les demostró lo importante de esta jerarquía. Sin embargo, la mayoría de los mandos del ejército del zar se encontraban en el otro bando. Se vieron obligados a reclutar a la fuerza a antiguos mandos zaristas para el nuevo ejército, pero como no se fiaban de ellos, les hicieron acompañar de un celador político, los famosos Comisarios. Esta decisión, debida a las circunstancias de la guerra civil, pesaría como una losa sobre el ejército ruso de 1939. Las ideas novedosas no siempre eran entendidas como sanas políticamente. Añadido a esto, las purgas de altos mandos militares iniciadas por Stalin en 1937 tampoco ayudó mucho a fomentar la confianza de los mandos para proponer ideas fuera del programa establecido por el Partido. La conclusión es que, al final, la infantería soviética de 1939 tenía una estructura creada de cero, pero anticuada y con poca capacidad de innovación. [Nota: curiosamente, en el arma blindada, al no existir esa tradición previa en la que fijarse o, tal vez, al ser la caballería algo tan aristocrático, los "arquitectos" militares si fueron capaces de imaginar el futuro del carro de combate y diseñar y fabricar enormes unidades blindadas que, más tarde, serían el terror del campo de batalla].
Resumiendo, el soldado soviético de 1939 no se fiaba de sus mandos superiores, tenía miedo a meter la pata frente a los Comisarios y estaba recibiendo un entrenamiento anticuado para la guerra moderna. Afortunadamente para la Unión Soviética, entre 1939 y el ataque alemán de 1941, los soldados se enfrentaron a dos guerras (Manchukuo y Finlandia) y pudieron observar lo que los alemanes hacían en el resto del mundo. De todo ello aprendieron valiosas lecciones, pero éstas aún no habían llegado para el artículo que hoy nos ocupa. La experiencia más reciente del mando soviético era la Guerra Civil española y, como el lector sabrá, no fue un ejemplo, aunque sí un ensayo local, de la guerra que se inició después.
(ver nota final)
Nota final: Se indican los valores de la habilidad. Si alguna entrada incluye una fracción entre paréntesis tras el valor de la habilidad indica que no todos los soldados tendrán esa habilidad, sólo los indicados en el paréntesis. También pueden aparecer varios valores seguidos los últimos por una fracción entre paréntesis. Es decir 10; 25 (1/4) significa que uno de cada cuatro soldados tendrá 25 en esta habilidad y que 3 de cada 4 tendrán 10. Y también, 8; 15 (1/3); 20 (1/9) significa que de cada 9 soldados, uno tendrá 20, tres (9 x 1/3) tendrán 15 y cinco (el resto) tendrán 8.
La moral de los soldados soviéticos será:
-3 en las acciones que tuvieron lugar tras la invasión alemana de Polonia. +3 en los inicios de la guerra contra Finlandia.