Número: 146. 4ª época. Año XXI ISSN: 1989-6289
El ataque al acorazado de bolsillo en construcción en un planeta de la Unión Pangaláctica había sido un éxito. Habían lanzado seis torpedos en apenas diez segundos y tenían confirmación de impacto de más de la mitad de ellos, probablemente todos, pero no se pudieron quedar a ver la última andanada. Varios cazas había salido de las defensas orbitales a derribarle y lo prudente fue salir a toda velocidad.
La salida de la Victoria B resonó en la atmósfera como la detonación de una explosión, pero sus problemas no acabaron ahí. La estación orbital, los satélites de defensa y las patrulleras estaban alertas. Fueron recibidos en el espacio con un fuego ligero que fue aumentando según los sistemas de dirección de tiro iban confirmándose las coordenadas. Arles maniobraba como si fuera capaz de intuir dónde iba a estar el proyectil enemigo, pero en realidad, se trataba de maniobras alocadas y que les alcanzaran era sólo cuestión de tiempo.
Tor gritó unas coordenadas y la Victoria clase B se fue encarando a ellas sin dejar su errático vuelo ni dejar acelerar. Los cazas enemigos no se alejaban, pero las patrulleras, más pesadas, se iban quedando atrás. Inesperadamente, la Victoria B parpadeó y desapareció del espacio.
Se alejaron diez minutos por el subespacio y entonces Juan ordenó dar media vuelta. Una locura si no se contaba con los nuevos motores subespaciales de la RFP. Horas después de salir del subespacio en la órbita más exterior del sistema fueron testigos del extraño fenómeno de verse a sí mismos escapando de las defensas planetarias. Arles había apagado todos los sistemas no vitales, dejó que la velocidad de la nave les acercara al interior y mientras Tor aumentaba al máximo la sensibilidad de los sensores pasivos. Con esa maniobra tardarían días en llegar al planeta, pero no tendrían tanto tiempo. En unas diez horas los sensores del planeta detectarían su entrada en el sistema. Si lo deseaban, podrían cambiar el rumbo o salir de allí en un momento, pero en esas 10 horas, más el tiempo que tardarán en decidirse a ir a buscarles, querían estudiar la reacción de sus enemigos.
Vieron algunas naves extrañas despegar del planeta y saltar al subespacio siguiendo su rumbo, minutos después todas las alarmas de la Victoria saltaron a la vez al detectar un salto subespacial a popa a escasos minutos de vuelo de distancia.
¡Les estaba persiguiendo!