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Relojes
El principio del siglo XIX trajo a la sociedad la consolidación de la tecnología masiva. Piezas de tecnología que anteriormente eran realizadas por artesanos y al alcance solo de algunos pocos comenzaron a estar disponibles para segmentos cada vez más amplios de la población, gracias a la producción más o menos estandarizada. Una de esas piezas de tecnología fueron los relojes, herramientas imprescindibles para medir algo tan etéreo y a la vez tan importante como el tiempo. En este artículo haremos un repaso de los principales relojes que se podían encontrar en la Europa de inicios del siglo XIX
Principios básicos de funcionamiento
Para esta época todos los relojes tenían más o menos el mismo principio básico de funcionamiento. En primer lugar, estaba la fuente de energía que alimentaba las distintas partes. Esta podía ser o bien dos pesos que iban cayendo poco a poco y que cada cierto tiempo había que colocar en su posición inicial o bien un resorte metálico que acumulaba la energía mediante deformación elástica. Este resorte se tenía que tensar cada cierto tiempo en lo que vulgarmente se conocía como "dar cuerda al reloj". Para la época que nos ocupa, casi todos los relojes empleaban el sistema de resorte para alimentar el mecanismo del reloj. El segundo componente principal era el oscilador, el cual, alimentado por la fuente de energía, desarrollaba un momento oscilante (de ahí su nombre) a intervalos regulares. El oscilador más extendido era el péndulo. Este movimiento oscilante era convertido en movimiento circular mediante el tercer elemento, el escape, una rueda dentada que giraba parcialmente cada vez que el oscilador concluía un ciclo. Por último, diversos engranajes convertían el movimiento circular del escape en una medida concreta de minutos y horas y también transmitían el movimiento de la fuente de energía al oscilador.
Reloj de torre
Ilustración del reloj de torre de Toro. Licencia Creative Commons
El reloj de uso más extendido y el único disponible para mucha gente humilde, sobre todo en entornos rurales. Situado en iglesias, ayuntamientos o similares edificios oficiales, mostraba la hora en un lugar bien visible y también hacía sonar campanas en intervalos regulares de tiempo (cada 15 minutos y cada hora).
Precio: 5.000 reales
Reloj de pared
Reloj de pared. Licencia Creative Commons
La presencia de este reloj comenzaba a ser habitual en los hogares más desahogados. Consistía, o bien en un armario de entre metro sesenta y dos metros de alto, o un modelo algo más pequeño que se colgaba en la pared. Todos usaban péndulo como oscilador y la inmensa mayoría resorte como fuente de energía. La precisión era bastante alta, retrasándose apenas unos segundos a la semana. Para ponerlos en hora se confiaba en el reloj de torre más cercano. En cuanto a la recarga del resorte, era necesario darles cuerda cada tres o seis días, según el modelo, aunque en las casas adineradas era costumbre que el servicio diera cuerda a todos los relojes de la casa todos los días.
Precio: 500 reales
Reloj de mesa
Reloj de mesa. Fuente Wikipedia.org
Una versión más reducida del reloj de pared, era menos preciso que su hermano mayor, aunque también abultaba menos y era más económico. Prácticamente todos eran de péndulo y resorte. Solían ser más un elemento de decoración que de utilidad, variando enormemente su precio en función de la ornamentación. Este es el modelo que se puede encontrar listado en el manual de 1808, y corresponde al reloj más sencillo.
Precio: 300 reales
Reloj de bolsillo
Reloj de bolsillo. Licencia Creative Commons
Las postrimerías del siglo XVIII vieron nacer la versión más reducida de reloj, el reloj de bolsillo. Para la Guerra de la Independencia era aún un artículo caro y poco preciso, al que era necesario dar cuerda todos los días. Como es obvio, la fuente de energía era siempre de resorte, mientras que el oscilador era un disco oscilante que alternaba su dirección de giro. Aunque caro y poco fiable, era una forma cómoda de poder medir el tiempo en cualquier parte, así que su uso se popularizó rápidamente entre quienes podría permitírselo.
Precio: 250 reales
Cronómetro marino
Cronometro marino modelo H4. Fuente Wikipedia.org
La cúspide de precisión en la medida del tiempo de la época, un cronómetro marino tan solo perdía unos segundos tras tres meses de funcionamiento. Las piezas con las que estaban hechos eran de la máxima calidad, preparadas para los movimientos del barco y las inclemencias del tiempo. Tanta precisión era necesaria para poder medir con exactitud la longitud geográfica del barco, imprescindible para asegurar el rumbo y evitar naufragios. La armada británica era la pionera en la introducción de estos relojes, equipando con los mismos a sus buques de exploración. Habría que esperar a 1818 para que su implantación comenzara a estandarizarse en las armadas nacionales.
Precio: 30.000 reales