Llego hasta aquí
Eric Samoeno de Osterreid
Auge y Caída (1231-1420).
Mapa del Imperio de Eric I
La Declaración del Acta Única confirmó a los reinos de Levante de que Eric no era un afortunado líder que había conquistado ciudades atrasadas y desprotegidas, sino que corroboraron que tras sus movimientos había un plan cuyo objetivo, parecía, era controlar toda la Tierra Conocida. La intranquilidad no fue suficiente para que formaran una alianza o se movilizaran, salvo en Bilfar que, en aquellos años, era un reino costero de los enanos de la zona (hoy la ciudad está abandonada al poniente del protectorado de Arpur). Armaron una flota y en el año 1232 atacó la propia ciudad de Cargrum en una acción audaz, pero no definitoria. La batalla fue cruenta y la ciudad pagó un gran precio, pero los enanos de Bilfar fueron derrotados.
Y entonces Eric hizo público otros de sus planes que llevaba gestando un tiempo. Decidió cambiar la capital del reino y edificar una nueva más moderna. Decidió instalarla en la isla al levante de la antigua capital y llamó a ese territorio Osterreid (ciudad del emperador), sobrenombre por el que sería conocido desde entonces. Las islas no estaban vacías y antes de iniciar las obras, hubo que expulsar a sus habitantes, pero estos eran enanos y dado lo que había pasado en Cargrum, nadie salió a defenderles. En diez años, las dependencias de la corte estaban terminadas, así como el palacio del Emperador. A la ciudad que se crearía alrededor aún le faltaban algunos años más, pero el cambio de la capital administrativa era un hecho.
Además de este proyecto de obra pública, Eric volvió a sufragar otra expedición de Jion Mater, la tercera y la más costosa con el objetivo de descubrir el nacimiento del rio Niel. Jion Mater volvió a fracasar en su empeño, pero cuando regresó y se citó con el emperador, su rostro no era de derrota y en sus manos portaba un objeto envuelto en gruesas telas. Mucho se ha especulado sobre este objeto, sus usos o capacidades, pero es cierto que desde aquella reunión, el destino del Imperio cambió. Algunos historiadores afirman que se trataba de un mapa del mundo con las corrientes del Vacío (lo que permitía a Eric navegar por rutas desconocidas y sin cabotaje), pero otros creen que se trataba de un objeto mágico que le ayudaba en las batallas. Algunos creen que era un cetro y otros un libro y ambos apoyan su afirmación en una imagen del emperador realizada en esos años en las que se observa un cetro y un libro en sus manos.
A partir de ese momento, aunque quizás no relacionados, las conquistas del Imperio se suceden a una velocidad increíble. En el año 1250 conquista Pilrhun en una acción relámpago que sorprendió a todos; diez años después había avanzado hasta la orilla de Igôr, la frontera natural con el reino de Arefad (estos se aprestaron a la defensa), pero salvo las tierras costeras del sur de la península, la invasión no llegó a producirse.
En 1270 conquista la isla de Isindor. En aquella época aún no pertenecía al reino de Corus y era un batiburrillo de reinos siempre en disputa. El imperio puso fin a ellas.
En 1275, Cuivien solicita el ingreso en el Imperio, pero Eric decide no aceptarlo. Nunca les perdonó la derrota y posterior sufrimiento de su padre. No fue una negativa inmediata sino que Eric trató de que Cuivien aceptara una humillación y pago de compensaciones históricas. Los orgullosos habitantes de las islas se negaron y el ejército imperial acabaría invadiéndoles entre 1285 y 1290. Una larga guerra en la que no sobrevivió mucha población local.
Pocos años después, las tropas ocuparían Alme (una península en el territorio de Widana) en 1300 y Bilfar en 1305. Esta última ciudad sería arrasada completamente en castigo por su osadía al atacar Cargrum ochenta años atrás. De hecho, desde este ataque, la ciudad nunca más volvió a estar poblada y sus ruinas cobijan hoy algunas criaturas extrañas que, aseguran los lugareños, son espíritus nacidos de la sangre y el odio de esos días.
En todas estas batallas y campañas, Eric estaba presente y su presencia daba ánimo a sus tropas. De este hecho tenemos un documento histórico: una carta que un soldado escribe a su madre en la metrópoli:
«…nuestras espadas brillan con respeto mientras por el horizonte despunta entre la niebla el sol. La fortaleza está ante nosotros, siniestra e inexpugnable. Sus defensores se jactan de no haber sido invadidos nunca y por ello nuestro ánimo debería estar a la altura de nuestras botas, pero no, madre. El emperador Eric está con nosotros, comparte nuestro rancho y duerme en nuestras tiendas. Nunca va armado pues a nadie teme, solo lleva su cetro y un libro del que, en ocasiones, lee fragmentos en voz baja, como oraciones. La sola visión de su Persona, símbolo de toda la grandeza Imperial arrulla nuestras mentes y levanta nuestro espíritu. Y hace, madre, que recibamos el alba con ánimo y valentía…»
La destrucción de Bilfar, y la anterior de Cuivien, son sucesos singulares dentro de la biografía de Eric. Salvo en ellos, Eric había sido siempre bastante generoso con los derrotados. De hecho, el germen del Acta Única fueron aquellos acuerdos que dejaban autonomía y autogobierno a las tierras conquistadas. Se puede comprender la revancha y algunos historiadores apuntan que esa era la verdadera naturaleza del emperador, mientras que su benevolencia era solo propaganda. Los cronistas presentes en las batallas no hablan de un rey vengativo, sino todo lo contrario, bastante desmotivado. Como si la destrucción la sufriera personalmente.
En 1310 los generales le instaron a atacar Thildea (una importante ciudad de la isla central). Eric no consideraba esa campaña necesaria, pero los generales estaban ávidos de más victorias. Hasta el momento el crecimiento del Imperio había sido imparable y cada uno quería seguir acumulando gloria (y fortuna). Al final, aceptó que se realizara la campaña, pero él decidió no acompañar a las tropas. Diecisiete años después ordenó a las tropas retirarse cuando, según dicen, la victoria estaba próxima. Era la primera vez que el Imperio dejaba una conquista sin terminar desde el ataque a Cuivien por parte de Gôr cientos de años atrás.
El interés de Eric no fue solo militar en este periodo de grandes victorias, sino que se centró en otras disciplinas y financio obras de arte, bibliotecas, construyó teatros y, de nuevo, apoyó algunas expediciones de exploración, como el descubrimiento del desierto de Haid-Lud y sus extraños habitantes o el descubrimiento del nacimiento del río Eo (allá en el norte). El asentamiento de la expedición fue el origen de lo que ahora conocemos como Protectorado del Eo.
Tras la retirada de Thildea, la actitud de Eric cambió. Dejó de lado la conquista militar y pasó a interesarse más por las relaciones comerciales (interés heredado de su padre seguramente). En otras palabras, el Imperio ya no llegaba a las ciudades con ejércitos sino con diplomáticos y comerciantes. Firmó un tratado comercial con Falîn y Xalîn (que fue el que hizo que sus vinos fueran conocidos en todas partes) en 1330, incluso 10 años después lo haría con Thildea (antiguo enemigo). En dos décadas, los barcos mercantes del Imperio recorrían toda la Tierra Conocida y sus rutas de viaje continúan usándose a día de hoy.
Fueron buenos años para el Imperio que crecía en influencia y riqueza año tras y, por fin, Eric pudo descansar. El descanso le duraría hasta 1352, año en el que nacieron sus dos hijos: Gore, que nació primero y cuyo nombre es en honor al padre del Emperador y Eric, el primogénito, que llevaba el nombre de su padre.
En 1360, Eric concede la independencia a los habitantes de Isindor (una isla en las costas de Corus). Una población levantisca, cabezota, que provocaba una sangría de soldados. Eric, les cambia la pertenencia al Imperio por un tratado comercial y retira a las tropas.
En 1372 tendría lugar el último hecho violento del reinado de Eric. La ciudad enana de Miast (en la ahora llamada Osterreid) se alzó en armas contra el Emperador (hemos hablado de ello aquí 22343). Las tropas cercaron la ciudad enana, pero no entraron. Eric, solo (con su cetro y su libro, entró en la ciudad y tras un encuentro con los líderes, se marcharía y retiraría las tropas. Pocos días después, los enanos de Miast desaparecerían dejándonos dos misterios. El primero dónde fueron los enanos de la ciudad y el segundo, dónde estaban el cetro y el libro que eran los símbolos del poder Imperial. Aquella fue la última vez que se los vio en público.
En pocos años, la política de pacificación iniciada en Isindor e intentada en Miast, se extendió por el Imperio. Definitivamente, Eric había cambiado. En 1385 se firma un tratado de paz con Ormal (el reino de Arefad), en 1392 se concede la independencia a Utumcar, en 1393 al resto de los reinos de levante; un año después a Cuivien y a Aquaenor; en el 96 a Morth y Caen; y en 1399 se concede la independencia a Io. Todas estas independencias iban acompañadas de un tratado comercial beneficioso para ambas partes (acceder a la riqueza del comercia era una reivindicación de las provincias sometidas al Acta Única). Al final de este periodo, los territorios del Imperio se habían reducido a Teo (una pequeña isla en mitad del vacío), Osterreid, Cargrum, Cot y Hel (otra isla en medio del vacío).
El Imperio era más rico que nunca y estaba en su momento de mayor gloria económica y social ya que era el foco en el que se miraban otras naciones. Sin embargo, la independencia de los territorios que tanto había costado conquistar y dónde los hijos de muchas familias (ahora adineradas con el éxito del Imperio) había fallecido, no sentó bien a todo el mundo en la corte y un grupo de cortesanos, abanderado por el segundo de los hijos (Gore) se opuso abiertamente a las decisiones del Emperador en estos años.
Eric ya era viejo, pero no menos implacable. Desterró a su hijo y a todos sus seguidores a la antigua capital de Cargrum en 1393 y continuó con su política de pacificación. Cuando sintió que había concluido el trabajo (1401) abdicó en sus dos hijos: Eric II de Osterreid gobernaría esa isla, Teo y Hel. Y Gore gobernaría en Cargrum y Cot. Algunos historiadores hablan de la sabiduría y generosidad del Emperador al perdonar a su segundo hijo, pero, la verdad, es que no parecía que Eric II fuera a ser capaz de derrotar a su hermano y recuperar Cargrum donde se había hecho más fuerte.
La abdicación de Eric marca el final oficioso del Imperio. Diecinueve años después Eric Samoeno de Osterreid, el mayor de todos los emperadores, moriría en su dormitorio por la noche. Contaba con 288 años de edad. 1420 fue declarado año de luto en el Imperio samoénico y en el 35 de Solario a partir de ese año se celebraron oficios y fiestas en recuerdo de Eric en gran parte de la Tierra Conocida.
Para despedir esta serie de artículos, hacemos nuestras las palabras que su hijo pronunciara en el Monasterio de Nim ante la tumba del Emperador:
«…nos despedimos hoy del ser más grande que ha existido en toda la historia. No porque gobernara el mayor imperio conocido, sino porque tuvo el valor de saber desprenderse de él guiado por un código de moral que aún hoy pocos comprenden. Fue justo, honrado y leal con sus ideas. Fue un rey para todos, sin importar su procedencia o raza. Pero hoy no enterramos a Eric, hoy nos enterramos todos porque a partir de hoy no habrá persona que no sueñe en ser como él, ni imperio en ser como el suyo…»