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El Martillo de Tor «Martillo de Abundancia»
A finales de la Edad del Advenimiento se fecha el nacimiento de Tor el enano, en lo que hoy se conoce como Reino de Ulad. Se cuenta que no siendo de clase noble, siempre destacó por su amor a su raza y el trabajo incansable por conseguir el bienestar de todos. No desfalleció nunca para que no faltara nada a nadie ni en ninguna mesa.
Justo poco antes del inicio de lo que llamamos la Edad de los Héroes, una gran catástrofe acechaba los dominios donde habitaba Tor y se extendía a los cercanos. Las minas dejaban de "dar frutos" y los enanos no tenían nada con lo que poder comerciar para asegurarse su supervivencia.
Tor casi enloquece intentando ayudar a los suyos llegando a la extenuación noche tras noche. Miraba de abrir nuevas galerías, nuevos métodos de refinar los minerales,… Llegó un momento en que desapareció de la vista de sus congéneres. Parecía que hubiese sido tragado por alguna sima o que, rendido, hubiese huido dejándolos a su suerte. Pocos eran lo que creían en este segundo motivo, sobre todo los que no lo conocían en persona. Pero la desesperación de una raza puede hacer estragos.
Nada más lejos de la realidad. Tor se había encerrado en una antigua cámara que hacía mucho tiempo que nadie recordaba. Y allí, sin más ayuda que sus manos y su férrea determinación trabajó la forja con minerales desconocidos hasta ese momento y dio forma a un martillo de peso liviano para su apariencia y que relucía en la oscuridad. Un martillo imbuido por el amor de Tor a sus hermanos enanos y de su tenaz búsqueda del bienestar común.
Una vez tuvo su martillo acabado volvió a aparecer ante sus iguales y les enseñó el poder que había fabricado para todos ellos. Como una máquina engrasada y sin descanso arremetió contra la roca en las galerías ya agotadas, extendiéndolas y creando de nuevas. Y a cada palmo que ganaba a la montaña, los minerales que se podían extraer de estas parecían que brotaban de algún cuerno de la abundancia desconocido.
En muy pocas semanas la miseria del asentamiento ya era algo del pasado y todos los enanos podían disfrutar de una vida placentera. Tor entonces viajó a los otros lugares cercanos que se encontraban en su misma situación y horadó igualmente sus minas, recreando el milagro logrado anteriormente.
Viendo que con su martillo había traído la dicha a su pueblo, Tor no quiso que esta simplemente se circunscribiera a su entorno más cercano. Por ello dedicó la gran parte del resto de su vida a ir de asentamiento en asentamiento ofreciendo los servicios de su martillo para ayudar a otros enanos. Y como anteriormente, allí donde golpeaba con él, la madre tierra daba sus mejores frutos.
Con el paso de los años, tras la muerte de Tor, se supone que descendientes suyos utilizaron el poder para seguir haciendo su obra. Y más tiempo aun, otros enanos portaron el martillo para obrar su milagro allí donde lo necesitaran. No se sabe de manos no enanas que lo pudieran blandir y continuar con el legado. Se cree que para las otras razas el martillo simplemente pesa demasiado para poder usarlo eficazmente, y si fueras alguien muy fuerte te es imposible golpear eficazmente con este, ya que parece estar desbalanceado en demasía.
Otro de los mitos que lo rodean es que su autentica obra es ayudar a sobreponerse de alguna calamidad, y que simplemente se quiere hacer servir para sacar beneficio de su poder, no funciona. O que si que funciona en un principio, otorgando los presentes deseados, pero en poco tiempo seca definitivamente la montaña donde se utiliza.
Hace ya años, años y años que no se tiene constancia de donde puede estar, ni que manos pueden sus dueñas actuales.
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