Llego hasta aquí
El ópalo de Levante
Hace algunos siglos un antiguo regente del reino de Corus anhelaba lo que no tenía: devoción por parte de sus maltratados súbditos. Podía tener tierras, dinero, salud… pero ¿porqué no le amaban? ¿Qué impedía que le profesasen amor incondicional?
Harto de fracasar en la búsqueda de soluciones, abandonó las mundanas y se dedicó a tareas más místicas. Con un gran esfuerzo económico (sufrido por sus indefensos súbditos en forma de impuestos) envió a muchos cazadores de reliquias por todo el mundo conocido.
Una cazadora llamada Olga Iva encontró la solución o, mejor dicho, la solución que mejor se ajusta. Un ópalo que ayuda a la persona que lo porta a obtener una admiración y devoción instantánea.
El regente se apresuró en engastarla en una tiara y empezó a mostrarse con ella en todo evento público. Los efectos fueron inmediatos. Su carisma y el amor que le profesaban aumentaban de manera exponencial.
Por desgracia, una guerra entre señoríos rivales en la que su feudo se vio envuelto acabó con su fortuna, sus posesiones y su vida. Desde entonces, la tiara permanece en paradero desconocido a pesar de los intentos de recuperarla.
A efectos de juego
El ópalo otorga a todas las tiradas de carácter social (salvo las hostiles como intimidación) una ventaja de -2GD. El objeto en el que se engaste es indiferente, el poder viene del ópalo.
Los efectos solo duran en presencia de la joya. Una vez fuera de su área de influjo las opiniones que se tengan de la persona que la porta vuelven a estar vigentes.