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Piedras Escucha
Las piedras escucha no son un objeto habitual, aunque sí muy conocido y donde abundan las falsificaciones. Durante un tiempo, en la época del emperador, las familias presumían de tener una piedra escucha en algún lugar destacado de su hogar y muchas pasaron a estar decoradas o estar talladas lo que, si alguna vez fueron de verdad piedras escucha, arruinaría su utilidad.
Las piedras escucha son las dos mitades de una piedra de río. Cuanto más limpio sea el corte, mejor funcionarán las piedras y, naturalmente, cuanto más grande sean, mejor. El funcionamiento es muy simple, se pega la oreja a una de las mitades y eso permite escuchar el sonido junto a la otra mitad de la piedra (esté donde esté). Se dice que las piedras escucha son una de las herramientas favoritas de los amigos de lo ajeno, pero es más un objeto pensado para la diplomacia o el comercio. También es un objeto de decoración, aunque la mayoría de estos objetos decorativos no funcionan y los supuestos ruidos que se escuchan a través de ellos son más imaginarios que reales.
Las piedras escucha funcionan en las dos direcciones. Es decir, puedes escuchar a otro, pero este también te podrá escuchar a ti. Las piedras escucha que regalaba el Emperador como distinción entre aliados y subordinados eran un regalo envenenado porque se convertían en un espía en tu propia casa. Sin embargo, se cree que muchas de esas piedras eran falsas realmente y que las regalaba para que hablaran bien de él por temor a que les estuvieran escuchando.
Si la piedra es real, el personaje sólo tendrá que superar una TA con un grado de dificultad de penalización y podrá escuchar lo que ocurra al otro lado de la piedra todo el tiempo que desee. Eso sí, si deja de escuchar y se separa de la piedra, deberá intentarlo de nuevo. Tras fallar deben pasar algunos minutos antes de que una nueva TA pueda tener éxito.
Se dice que todos los barcos de la naviera de Ôs (los que hacen las rutas comerciales permanentes) llevan una de estas piedras para estar comunicados con la central en la ciudad portuaria. Hay quién asegura haber visto la sala de las piedras y la describen como un cuarto con un montón de piedras fijas a la pared y debajo de cada una de ellas el nombre del barco. Esto, sin embargo, parece poco probable, una concentración de tantas piedras haría que hubiera interferencias entre ellas.
La creencia popular cree que estas piedras se crean por sí solas en la naturaleza. Las piedras se parten, debido al frío, y alguien las recoge en ese momento y comprueba que ha quedado unida una a la otra. Si la piedra pasa mucho tiempo en la naturaleza después de partirse pierde, por lo visto, sus efectos. No vale con encontrar una piedra partida, hay que verla partirse y eso solo ocurre en lugares concretos y en épocas concretas del año (en general, si hace mucho frío). Se dice que en la época del Emperador había artesanos capaces de partir las piedras con maestría y convertirlas en piedras escucha. Aún quedan algunos habilidosos picapedreros que pueden hacer este trabajo, pero encontrarlos es difícil y son muy celosos de su técnica con lo que será complicado verlos trabajar.
La realidad, sin embargo, es que para la fabricación de las piedras es necesario el uso de la magia. Se trata de un conjuro que une a las dos partes y hace que se trasmita el sonido de una a otra. Cualquier usuario de magia detectará la presencia de esta en la piedra.