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La primera caverna
Los kotai son una raza errante, que se agrupa en pequeños grupos familiares nómadas que, de establecerse temporalmente en un lugar, suelen hacerlo en cuevas ocultas en las que tratan de esconderse de las demás razas que hollan la superficie de Pangea. Los kotai son considerados por muchos seres primitivos y estúpidos, abocados a la destrucción a causa de su falta de luces. Por supuesto, no podían estar más equivocados.
La primera caverna es una enorme cámara subterránea de la que todos los kotai han oído hablar. Puede ser considerada la capital mundial de todos los kotai, ya que ellos creen que su raza nació en este lugar en un tiempo antes del tiempo. Antes de las guerras Raciales, la costumbre era que todos los kotai debían peregrinar al menos una vez en la vida hasta este lugar para entrar en comunión con sus ancestros. De este modo, tras su muerte éstos les reconocerían y les permitirían ocupar un lugar junto a la hoguera eterna, el paraíso de los kotai: una inmensa hoguera en torno a la cual se reúnen los espíritus de todos los kotai que han existido, sobre la cual se asa un sabroso asado de mamut que no se acaba jamás. Por desgracia, debido a la alta mortalidad entre los kotai durante dichos conflictos, en la actualidad apenas un puñado de kotai recuerda la localización de la cueva.
Según los relatos, este santuario en sí se trata de una caverna de proporciones colosales, con un techo alto y llena de aire fresco y agradable pese a tratarse de un espacio cerrado. Cuenta con manantiales de agua potable y extrañas plantas subterráneas que florecen en la oscuridad, muy sabrosas y nutritivas. Los kotai dicen que, de enfrentarse a un peligro tal que la propia supervivencia de su raza estuviera amenazada, podrían encontrar un refugio seguro en este lugar, un lugar en donde podrían sobrevivir indefinidamente…
Se dice que ningún kotai ha explorado por completo la primera caverna, y que si alguien lo intentase tardaría incontables días en recorrerla. También se dice que los espíritus de los ancestros de los kotai mantienen su presencia oculta a las demás razas, incluso de los dwaldur o los durk que pueblan en el subsuelo.
Aquí y allá, por el suelo de toda la caverna, pueden encontrarse esculturas muy realistas de diversos animales de la superficie. De una calidad artística raramente vista entre otras razas de Pangea, estas esculturas, realizadas por manos kotai para honrar a sus ancestros, son los guardianes que evitan que los siervos del Wukran puedan encontrar este lugar. Si alguien tocado por la mancha del Wukran trata de entrar en la cueva, las esculturas cobran vida y lo destruyen sin piedad.