Llego hasta aquí
Piedra de fuego
Los chamanes del Río Púrpura cuentan en su almacén de objetos valiosos con unas piedras de una transparencia rosácea que denominan piedra de fuego. La guardan en recipientes de arcilla rellenos de aceite o agua y casi nunca dejan que sus aprendices pongan las manos en ellas.
La piedra de fuego puede utilizarse para preparar algunos venenos, pero solo los chamanes más villanos las utilizan con este fin. Si la víctima no muere abrasada al comerla, morirá más tarde entre terribles dolores (la piedra ardiendo en su interior).
El uso más común es para hacer fuego o humo. Los chamanes extraen una pequeña piedra de su recipiente, la depositan sobre madera y hojarasca y solo tienen que esperar a que el aceite resbale de la superficie y la piedra prende de inmediato. Con el agua es más rápido, por eso los chamanes usan aceite para alejarse lo suficiente antes de la ignición. Esa pequeña llama dura lo suficiente para que cualquier hoguera se inicie. Los habitantes de Pangea, la mayoría, saben hacer fuego; el uso de las piedras está restringido a ceremonias especiales como, por ejemplo, las asambleas de los grakines. El chamán de Aguaclara prende la hoguera de la casa de Ursus de esta forma cada vez que hay un concilio. El efecto favorece la atmósfera de la reunión.
Si la madera está húmeda o la hierba verde, en vez de iniciarse un fuego, saldrá humo blanco y denso. Este es un efecto de ambiente que algunos chamanes también utilizan en sus rituales de iniciación como, por ejemplo, cuando averiguan el tótem de un joven.
La mayor parte de la piedra de fuego procede de las montañas púrpuras. Los dwaldur comercian con ella a cambio de comida ahumada o pescado en salazón. Son los comerciantes que viajan arriba y abajo del río Púrpura quienes las reparten entre todos los chamanes de la zona.
En la península de Entrovia aparecen en ocasiones en el mar y si se está atento, se puede recoger cuando está bajando la marea. Hay que cogerlas antes de que se sequen y ardan espontáneamente. Un chamán se considerará afortunado si encuentra una en varias jornadas de búsqueda. Las piedras del mar suelen ser de mayor tamaño que las de las montañas, pero los chamanes las dividen en unos cuencos de piedra llenos de aceite diseñados para esa tarea.
Dice la leyenda, que si el chamán no sabe controlar al espíritu de la piedra, esta le devorará y quemará todo su cuerpo. Se cree que estas piedras proceden del combate entre la Taga y el Wukran, del eterno entrechocar de sus armas; son las chispas que se ven algunas noches en el cielo cayendo sobre Pangea.