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Mbela
Se trata de un arco musical que los tikki fabrican para acompañar con percusión los cantos habituales de sus rituales cotidianos. Su fabricación es muy sencilla, lo que ha favorecido su popularidad y que otras razas de Pangea lo hayan adoptado o adquirido a los comerciantes. Es una rama flexible a la que se ata una cuerda trenzada y fina a sus extremos. La cuerda se ata flexionando la rama lo que hace que la cuerda se mantenga tensa. Si se destensara, tan solo habría que volver a curvar la rama y volver a atar la cuerda.
La cuerda, fabricada con tiras de piel junco, se mantiene protegida de la humedad mediante grasa animal y el arco se humedece tras cada uso, aunque se guarda lejos del suelo (colgado) y protegido del sol. Los fabricantes de Mbela suelen buscar ramas que ya tengan una curvatura natural, pero no es necesario. Si la rama es lo suficientemente fina, se curvará sin problemas.
El Mbela se toca golpeando la cuerda con una rama recta (o varias) y haciendo que la boca haga de caja de resonancia. Dependiendo del movimiento y apertura de los labios, el sonido obtendrá tonos más graves o más agudos. Además, el golpeteo de la cuerda puede varias de velocidad (y ser bastante rápido) por lo que es instrumento muy interesante para marcar ritmos. Su característico sonido, un golpeteo seguido de una modulación bocal, recuerda a algunos el sonido de algunos pájaros y por eso el Mbela recibe el sobrenombre de "la voz de los pájaros".
Este instrumento se toca apoyándolo en el hombro derecho de forma que la boca quede cerca de la cuerda. Se sujeta del otro extremo con la mano izquierda y se golpea con la derecha. Los Mbela de mayor tamaño se tocan sentados en el suelo con el arco apoyado delante del intérprete y la cuerda delante de su boca. En estos casos se suele colocar un apoyo en el centro del arco que ayuda a mantenerlo en su sitio y a elevarlo hasta la altura correcta. Este apoyo se hace con cascaras de cocos u otras frutas de cáscara resistente.
Los chamanes no tienen usos específicos para este instrumento, pero no los desdeñan y muchos aprendices acompañan los rituales con el ritmo de un Mbela.