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Puente Largo: Manel y Aris
Manel es, sin lugar a dudas, el mejor pescador de todo Puente Largo. Se trata de un hombre de las llanuras de pelo rizado y piel morena, tan oscura que se le conoce como "el negro". De hecho, algunos chismosos cuchichean que uno de sus antepasados procedía de la lejana Entrovia, y que por sus venas corre sangre de los hombres de ébano. Manel es un hombre de escasa talla, pero de cuerpo nervudo y muy fibroso debido a las incontables jornadas de duro esfuerzo a orillas del río. Rara vez se le ve sin su arpón en la mano o su afilado cuchillo de sílex a la cintura, el cual usa para destripar y limpiar los peces antes de llevarlos al árbol del trueque. Manel y sus seis hijos, todos ellos físicamente muy parecidos a él, se ganan la vida pescando a lo largo de la orilla sur del río. Su destreza en el manejo del arpón es más que notable, y raro es el día que regresan al grakin sin una cesta de mimbre repleta de peces. Cada pocos días intercambia parte de lo que pesca por bayas, frutos y los útiles que precisa con los vecinos menos dotados para la pesca.
Manel y los suyos rara vez atraviesan el puente que une ambas partes de Puente Largo, y jamás lo hacen para pescar en la margen opuesta del río, puesto que su familia sostiene una prolongada disputa con Aris, un pescador que vive en la parte norte del grakin. El conflicto entre ambos viene de bastante tiempo atrás, y se inició cuando los padres de Manel y Aris discutieron cuando ambos reclamaron para sí el mismo meandro del río, durante una época en que la pesca escaseaba en la región. La querella entre los dos se fue enrareciendo con el tiempo, a medida que los sucesivos encontronazos se sucedían a la orilla del río, y llegó a su culmen cuando se enzarzaron en una reyerta durante la cual el padre de Aris hirió gravemente al de Manel con un arpón, dicen que por accidente o por el calentón del momento. Sea como sea, lo cierto es que éste falleció pocos días después. Su asesino fue apresado y condenado por los ancianos del grakin a ser arrojado al río con las manos y pies atados (el método de ejecución tradicionalmente empleado en Puente Largo), para que la corriente lo arrastrara lejos. Según los ancianos, de este modo es el espíritu del río quien toma la decisión acerca de si un criminal debe vivir o morir. En cualquier caso, desde entonces Manel y Aris han sido enemigos irreconciliables; si uno de ellos adopta públicamente una postura el otro tiende a apoyar siempre la contraria.
Por su parte, Aris es un hombre alto y ancho de hombros, con ojos claros y un menguante pelo rubio que cae en dos trenzas a ambos lados de su cabeza. Posee la piel clara heredada de sus ancestros aisdwan, la cual suele adoptar un tono rosado tras muchas horas de trabajo al sol. Por este motivo, en los días en que el sol más calienta suele cubrirse la piel expuesta con barro (lo que desde siempre ha sido motivo de burla por parte de Manel y los suyos). Tiene cuatro hijos que le ayudan en su trabajo y, aunque se afana cuanto puede en su labor, lo cierto es que nunca será tan buen pescador como lo es Manel. Por suerte para él, su esposa limpia cuidadosamente los pescados antes de llevarlos al lugar del trueque, y es por esto su mercancía supera en calidad a la de su rival, ya que la mujer se esmera al máximo en su tarea. Aris es también conocido por la estruendosa resonancia de sus ronquidos, que en su juventud le obligaron a trasladar su choza a muchos pasos de las de sus vecinos. Este hecho, unido a su ya comentada costumbre de rebozarse en barro, ha provocado que Manel le haya bautizado con el apodo de "el berraco", apodo jocosamente adoptado por muchos habitantes del poblado. Al igual que su rival, Aris rara vez cruza el puente que separa ambas partes del grakin, y para pescar se mantiene en su margen del río, por orden tajante de los ancianos.
En las ocasiones en que miembros de ambas familias se encuentran mientras trabajan en los lados opuestos del río suelen insultarse o, en el raro caso de que en el lugar hayan encontrado un banco de peces tan grande como para que todos puedan pescar, ignorarse mutuamente mientras trabajan (al menos hasta que alguno comienza a arrojar piedras al agua para asustar a los peces del lado contrario). Cuando se encuentran en el poblado tratan de mantener las distancias, pero en ocasiones llegan a las manos (especialmente si alguno de ellos ha bebido demasiado). Los ancianos del grakin les han avisado en repetidas ocasiones que deben desistir de su actitud y poner fin a esta absurda querella. Sin embargo, ambas partes de niegan a ceder y es más que probable que los hijos de Manel y Aris prolonguen el conflicto durante mucho tiempo…
Si tan solo Manel y Aris sospecharan que sus sendos primogénitos se han enamorado perdidamente las consecuencias podrían ser imprevisibles…