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jueves, 21 de noviembre de 2024


 

2x05 - Ajustando cuentas

Rojo y Oro

Los franceses llevan más días de los que les gustaría a los de la Hermandad aplicando su arbitraria autoridad y molestando a la gente del pueblo. La taberna de El Cojo tendría que haber cerrado sino fuera porque Chaparro se empeña en mantener el negocio. Sin ir más lejos, el otro día, se insinuaron a Vicentita y eso sí que no se puede permitir; que unos incultos soldados importunen a la juventud casadera de la localidad. Padilla, un hombre cabal donde los haya, incluso llega a las manos en dicha ocasión.

La noche les envuelve como una amiga que espera que llegue el alba, el momento de la Victoria. Como tres bandoleros esperan a que su objetivo surja por el camino que le lleva a la seguridad de su campamento. Un camino, un sendero, oscuro y mal trazado que los franceses van abriendo con sus paseos.

El petimetre, con su uniforme de oficial francés desabotonado, surge entre unos peñascos. Le cuesta andar y aún sujeta una frasca de vino que intenta apurar olvidando que hace tiempo la escanció por completo. Padilla sale de su escondite y se planta frente al gachó. Sus compañeros le imitan por la espalda.

-Abrif paso a autoridaf de Napoleof -farfulla en su borrachera.

Chaparro le da el primer navajazo, profundo, intencionado, a la altura del hígado que deja al francés con cara de sorpresa como si eso fuera algo que le están contando, no de lo que sea partícipe. Madales le imita con su rapidez del demonio. Un tajo rápido e igual de certero por debajo de los pulmones. El corruptor ya no puede respirar, boquea dándose cuenta de que va a morir, ahí, esa misma noche. El golpe de gracia lo da Padilla, de izquierda a derecha, al cuello, sin desembarazarse del sayo que oculta sus ropajes. El francés está muerto antes de caer al suelo. Sus ojos abiertos sin comprender que es el único responsable de su desgracia, sin entender por qué ha muerto en esas tierras extrañas.

Los tres hombres miran su trabajo cuando el alba arranca las primeras luces de las montañas cercanas.

-Buscarán culpables -afirma Chaparro.

-Sí, lo harán -y sin dar explicaciones se agacha junto al muerto y deja en sus manos un botón de otro uniforme francés.

 

 

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Cita

«Que dios se apiade de mis enemigos, por que yo no lo haré.»

General Patton