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Conchas sonajeras
En las tribus kotai más cercanas al mar fabrican tobilleras y muñequeras con conchas marinas y cuerdas entrelazadas con hojas de palmeras (o alguna planta con hojas similares). El proceso de fabricación es muy delicado y suelen hacerlo las hembras kotai. Hay que seleccionar las conchas una a una para favorecer el repiqueteo de las mismas y que el atado no provoque que pierdan sonoridad. Para perforarlas utilizan un hueso de animal afilado en piedra y mojan las conchas para evitar que se partan. La cuerda la hacen con los nervios de las hojas que han obtenido previamente, los han dejado secar y han trenzado. Esta trenza es bastante resistente y se deja larga por ambos lados para favorecer el atado.
Los niños y los jóvenes solteros pueden llevar las conchas sonajeras en las muñecas y en los tobillos y son sus madres o algún familiar cercano quienes las fabricas. Las niñas kotai aprenden a hacer conchas desde muy pequeñas, pero no les está permitido regalarlas a nadie que no sea un pariente cercano (hermanos, padres o hermanos de su padre o hijos de los hermanos de sus padres). Los adultos sólo las llevan en los tobillos si tienen una pareja que se la ha regalado. La donante habrá fabricado una segunda tobillera a juego que lucirá en la misma pierna que su amante. Es una forma de compromiso informal, el primer paso en un cortejo más elaborado que suele acabar (si ambas partes así lo deciden) en una unión kotai.
Los kotai cubren con cueros las tobilleras para evitar que repiqueteen al andar, excepto cuando están en el grakin de la tribu o es alguna festividad especial. En dichas fiestas, los kotai bailan golpeando los pies y agitando las manos y las conchas sonajeras acompañan sus movimientos con el sonido de los guijarros al rodar por una ladra, una ligera percusión que es muy del agrado de los cavernícolas de Pangea. En estas fiestas, los bailarines expertos utilizan tobilleras, muñequeras, collares e incluso algunos sonajeros de mano y pueden estar bailando horas al ritmo de tambores y alrededor de un fuego.
Para otras especies y para los kotai del interior, las conchas sonajeras suenan todas iguales, pero los de la costa saben distinguir el sonido y pueden apreciar la diferencia entre dos conchas de un bivalvo que chocan por su parte convexa o por su parte cóncava o si esta es lisa o rayada; también aprecian la presencia de caracolas o caracoles en la percusión.