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jueves, 21 de noviembre de 2024


 

1x14 - La muerte de Padilla (1ª parte)

Madales y Chaparro están en la taberna El Cojo narrando al detalle la Batalla de la Tórtola y según la van contando a los nuevos parroquianos que pasan por el negocio, la T se va haciendo más grande, así como el número de enemigos a los que se enfrentaban. Madales no participa mucho, pero Chaparro está en su salsa y, extraño en él, se quita méritos en la victoria. Todo fue gracias a Padilla, él es el verdadero artífice de nuestro éxito.

- Y por cierto, ¿dónde está Padilla? -acaba preguntando uno de los contertulios.

- Pues hemos quedado aquí con él a las... ¡Ay Dios, si llega tres horas tardes! ¡Se me ha ido el becerro al pra'o!

Y hete aquí que los dos miembros de Rojo y Oro, acompañados de algún vecino preocupado o ausente de sus tareas, parten en busca de su impuntual compañero. ¿Dónde podría estar? Revisan otras tascas de la zona, dónde pudiera haber ido por error y dónde, para no hacer el feo, apuran una rápida jarra de vino.

Le buscan a continuación en casas de reputación dudosa, las oficiales y alguna de estraperlo donde saben que algunos (ellos no, por supuesto) paran a veces. No se queda a degustar los manjares locales porque la noche ha llegado y la inicial preocupación se ha tornado en una macabra sospecha.

Madales y Chaparro enjaezan sus monturas. Dedican unas palabras a la comitiva que antes les acompañara y les piden que no cejen en la búsqueda en el pueblo. Ellos, como miembros de la Santa Hermandad, se encargarán de inspeccionar las tierras aledañas. ¿Dónde se habrá metido el maldito Padilla? ¡Cómo esté en una nueva taberna o en nuevo lupanar los gritos de Chaparro iba a escucharlo hasta Napoleón, allá en Austria o en Rusia o donde demonios esté en ese momento!

En un cruce del camino, junto al poste que utilizan los correos para fijar los caballos al lado de un pequeño abrevadero, encuentran una chaquetilla de la Hermandad. El tamaño, el desgaste, parece la de Padilla, pero lo peor es que está llena de sangre. Mucha sangre para que un hombre siga vivo...

 

 

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«Yo soy Heinrich Himmler.»

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