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sábado, 23 de noviembre de 2024


 

Pedro Agustín Echevarri Hurtado de Mendoza

Este largo nombre esconde la figura de un militar español nacido en Sestao (Vizcaya) en 1756. En sus primeros años estuvo persiguiendo bandoleros y asaltantes de caminos en Andalucía, pero fue nombrado teniente de las compañías veteranas de Canarias en 1780 en virtud de los méritos de sus hermanos. En aquellos años no era raro que el rey, en este caso Carlos III, recompensara el trabajo o la lealtad de una familia con un puesto militar para uno de ellos. Hoy día lo llamaríamos enchufismo, pero en el siglo XVIII se consideraba una gracia real. Gracias a ella, Echevarri entró en el ejército. Intervendría en las guerras en África contra los argelinos (en Orán) y más tarde lucharía contra los ingleses con el regimiento de Ceuta. Finalmente, en 1793, en el Rosellón, contra los franceses donde alcanzaría el grado de capitán y donde luego sería asignado como comandante agregado a un batallón franco. Finalizaría esta etapa de su carrera en el regimiento de Barbastro.

Puente de Alcolea

De vuelta a Andalucía, se convertiría en coronel comandante de los escuadrones perseguidores de Andalucía nombrado por la Junta de Sevilla en 1808, pero, poco después, sería nombrado gobernador militar de Córdoba, presidente de la junta de la ciudad y caballero de la orden de Calatrava. Como responsable militar de Córdoba dirige la batalla del Puente de Alcolea. Esta localidad cercana a Córdoba era un buen punto donde detener a los 10.000 franceses que descendían desde el centro de la península. Con una fuerza de 3000 soldados, algunos milicianos, detuvieron a los franceses en las primeras escaramuzas, pero su superioridad numérica acabaría imponiéndose y los franceses entrarían en la ciudad de Alcolea pasando a cuchillo a centenares de vecinos que detuvieron portando armas. Los españoles se retiraron a Córdoba, pero no pudieron frenar a los franceses que entraron en la ciudad y la saquearon. Con los supervivientes de estas acciones y algún contingente adicional, Echevarri participó en la batalla de Bailen tras la cual ascendió a brigadier de infantería.

A principios de 1809, sería nombrado gobernador de Murcia y luego participaría en una nueva batalla, la de Medellín, que se saldaría con otra derrota, pero sería ascendido a mariscal de campo por sus heridas en la batalla. A finales de año estaba destinado en Cuenca cuando entraron los franceses, pero no en gran número. Mandó a parte de sus fuerzas y de su artillería a Murcia y él se quedó con unos pocos hombres acompañados de los guerrilleros del Empecinado. Combatió contra los franceses durante algunos meses (en Torralba, Albacete, y el río Júcar, Valencia), pero sin obtener ninguna victoria merecedora de ese nombre. De todas formas, la intención de esa campaña no era una victoria militar sino acosar a los franceses aprovechándose del terreno.

Fernando VII

En junio de 1810 la regencia le enviaría a Ibiza para ponerse a las órdenes del gobernador de la isla, pero cuando estaba en Alicante preparado para partir, fue detenido y llevado a Cartagena. Allí solicitó que se le juzgara como militar y fue enviado a Cádiz desde donde apeló a las Cortes señalando que desconocía las causas de su encierro. En realidad, la acusación era por haber realizado excesos y haberse comportado como un tirano en el gobierno de Murcia, pero no llegó a haber juicio. La queja (o solicitud) que Echevarri mandara a las Cortes Generales se publicó en 1811 y, aunque los acontecimientos no están muy claros, fue liberado y, posteriormente, nombrado general del segundo ejército. En 1812 recibiría el encargo de preparar la defensa de Jaén, Granada y Córdoba, pero los conflictos de competencias con las autoridades de Córdoba (quienes, de alguna forma, no habían olvidado la derrota del puente de Alcolea y el posterior saqueo) hicieron inviable su mando y fue anulado. Sería trasladado al 5º ejército y con él entraría en la ciudad de Córdoba como "libertador" de la misma, aunque muchos le veían como un déspota peor aún que los invasores franceses. Tuvo varias disputas dialécticas con la prensa de la época quién veía en Echevarri un representante del absolutismo de Fernando VII que chocaba frontalmente con las ideas más liberales de las juntas y las cortes españolas. Es cierto que Echevarri era un absolutista y algunas de sus actuaciones, como firmar el documento "Representación de los generales en favor del restablecimiento de la Inquisición", no ayudaba mucho a dar una imagen liberal de su persona.

En 1813, como 57 años, sería destinado al ejército de la reserva de Andalucía. Considerando la fecha y su edad, es bastante probable que su retirada del servicio activo no fuera una decisión propia sino una imposición política. También es posible que influyera en la decisión la causa abierta contra él por el canónigo Manuel espejo por los excesos cometidos en la ciudad de Córdoba. Gran defensor del absolutismo, el rey le recompensaría nombrándole Ministro de Seguridad Pública, pero la oposición política, principalmente de los alcaldes, hizo que el rey prescindiera de sus servicios pocos meses después, pero le nombraría teniente general y unos años después se le concedería la Gran Cruz de San Hermenegildo (una distinción que se había creado en 1814 y era una de los méritos militares de alto rango de la época.

Los problemas judiciales de Echevarri no terminaron con la guerra. En 1919 se le acusa de ultrajes a la Justicia y al Ayuntamiento de Daimiel, pero también se libra. Sin embargo, en 1920, con el inicio del trienio liberal y la pérdida de poder del rey, Echevarri quedó más expuesto y se traslado primero a Tolosa y luego a Pamplona. Se le imputa en la Causa de Burgos (1920) y en la Conspiración de Baso (intento de ayudar a la fuga del rey). En 1922 sería detenido y encerrado, primero en Burgos y luego en el Alcázar de Segovia. También visitó las cárceles de Daimiel y de Cuenca. Sin embargo su posición era muy extraña porque a pesar de estos procesos judiciales el rey le concedió el título de Marqués de la Fidelidad en 1823 que sería anulado por la reina María Cristina en 1837, nueve años después de la muerte de Echevarri en Deusto (Vizcaya).

 

 

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Cita

«Es una tontería y un error llorar a los hombres que han muerto cuando deberíamos agradecer a Dios que esos hombres hayan vivido.»

General Patton