Llego hasta aquí
1x05 Muerte en las montañas
Galíndez, que nuestros lectores recordarán porque es el dueño de unos perros asilvestrados en las granjas cercanas al pueblo, aparece muerto en la escarpada senda que sube a la montaña (un nombre optimista) del Grito del Cuervo. El cadáver lo halló un joven zagal que subía por el camino a robar algunos huevos a las aves de la zona (o con alguna intención peor que no se atreve a contar). Alguien le ha descerrajado un disparo a bocajarro en el estómago. Se trata de un trabuco o un arma similar porque la tripa de Galíndez ha dejado, literalmente, de existir. El cuerpo ya huele; eso significa que lleva un tiempo en la senda, desde primera hora de la mañana.
Las primeras sospechas se giran hacia Frascaleto, su vecino, con el que no hacía buenas migas y que, además, es dueño de un viejo trabuco y amigo de sacarlo a pasear. Tanto Padilla como Madales y Chaparro recuerdan un mal día en el que todos fueron a cazar un esquivo lobo a esas mismas montañas. Frascaleto, por fortuna para él, estaba en el pueblo a la hora del asesinato y muchos lo recuerdan porque montó cierto pitote en la tienda de mercaderías. Si no ha sido Frascaleto, ¿quién ha matado a Galíndez? Y lo que es más importante, ¿por qué?
La investigación arrastrará a los hombres de Rojo y Oro al oscuro mundo del estraperlo, de los bandoleros, de los tipos que defienden un honor del que carecen a golpe de navaja. Y mientras la investigación avanza y la vida de nuestros protagonistas pende más de un hilo, más claro se va haciendo que el asesino de Galíndez bien pudiera estar más cerca de la familia de lo que pensaban y que uno nunca debería perder el contacto con los hermanos que se marcharon a hacer las américas.