Llego hasta aquí
El groka celoso
La siguiente historia sucedió en Aguaclara…
Hace tiempo vivía en Aguaclara un artesano mendwan, que estaba casado con una mujer extremadamente celosa que no soportaba que su marido mirase a otras mujeres.
Un día su mujer cayó enferma de fiebres y, sintiéndose morir, le dijo a su marido.
- Te quiero solo para mí. No quiero morirme pero, si así ocurriera, no quiero que cambies mi recuerdo por la compañía de otras mujeres. Dime que harás lo que te digo y, si no lo haces, volveré y te causaré problemas durante el resto de tu vida.
Al día siguiente la mujer murió. El hombre respetó su último deseo durante varias drumas pero entonces llegó al grakin un comerciante con su familia, entre las cuales había una niña muy hermosa. El artesano se encaprichó de ella y, haciendo caso omiso de lo que le había dicho a su anterior mujer, acordó con el padre de la joven que, en cuanto ésta sangrase por primera vez, la desposaría.
Esa misma noche, en sueños se le apareció la difunta en forma de groka, acusándole de haber roto su palabra. La mujer regresó la noche siguiente y a la otra, y así sucesivamente. El groka sabía todo sobre lo que pasaba entre el hombre y la niña, y le contaba todo lo que le había dicho a su nuevo amor durante el día. Si hacía un regalo a la niña el groka se lo describía con todo detalle; repetía incluso conversaciones enteras y eso le causaba tal angustia al hombre que éste se despertaba gritando y empapado en sudor. Pronto su salud comenzó a resentirse, y ni siquiera los fuertes licores de Igg el Tuerto lograban ahuyentar las horribles pesadillas.
Al fin, alguien le aconsejó que fuera a ver a Abathon el Viejo un anciano chamán tenido por sabio que vivía cerca. Desesperado por encontrar una solución, el pobre hombre fue a verle, llevándole un par de conejos como obsequio. Tras contarle lo que pasaba, el sabio le dijo:
- Por lo que cuentas parece que tu anterior esposa se ha convertido en un groka y se entera de todo cuanto haces - le comentó el sabio -. Cualquier cosa que hagas o digas, cualquier regalo que le hagas a esa niña, ella lo sabe. Jamás había visto nada parecido; ha de ser un groka excepcionalmente inteligente…
El pobre hombre palideció ante las palabras del sabio, que continuó:
- No te asustes, en realidad deberías sentirte orgulloso. Mira, la próxima vez que aparezca en tus sueños haz un trato con ella. Dile que, puesto que lo sabe todo y no puedes ocultarle nada, si contesta correctamente a una pregunta, una sola, prometes romper tu compromiso y permanecer casto el resto de tu vida.
- ¿Cuál es la pregunta que debo hacer? - preguntó el hombre.
El sabio le tendió una bolsa hecha con una tripa de vaca.
- Cuando regreses a tu poblado coge un puñado de guijarros blancos del lecho del Río Púrpura y guárdalos, sin contarlos, en esta bolsa. Si tu mujer aparece, pregúntale cuántos guijarros hay en la bolsa. Si no puede contestar no volverá a molestarte.
El hombre hizo todo lo que el sabio le dijo y volvió a su casa. A la noche siguiente, cuando llegó el fantasma, el hombre la aduló y le dijo que era muy inteligente y que lo sabía todo.
- Cierto - replicó su mujer -. Como también sé que has ido a ver a un chamán.
- Ya que tanto sabes - contestó el hombre -. Dime cuántos guijarros hay en esta bolsa...
Y mientras pronunciaba esas palabras se dio cuenta de que el groka solamente existía en su cabeza. Y al volverse a mirarlo, ya no había allí ningún fantasma que pudiera contestar a la pregunta.
Relato basado en un cuento popular zen.